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LA CAUSALIDAD SEGUN G. DE OCKHAM 401 3. Causa final Tampoco cabe dudar de que Ockham, cuando pretende dar razón de los cambios físicos o encontrar una última razón que justifique el para qué de las sustancias materiales, se sale de sus propios límites y acude a las llamadas finalidades. La lucha por encontrar la fuente de energía capaz de dar razón de los cambios materiales es ardua y pro­ longada. Colocar los motores fuera o dentro del móvil material requie­ re largos siglos de maduración conceptual. El mecanicismo, así como la convertibilidad de la materia en energía son ecos tardíos a sonidos emitidos a la altura del siglo XIV. Querer liberarse de agentes extra­ ños a la misma realidad material y no poder dar razón de sus variacio­ nes, sin acudir a tales agentes, es el drama lógico de un pensador con lastres medievales y proyección moderna. Pero la preocupación ockha- mista, más que preguntarse por el lugar dónde colocar el motor, se in­ teresa por la razón que pone en actividad a los seres materiales. En otras palabras, Ockham busca las razones del cambio; encuentra difi­ cultades para admitir que tales razones se encuentren dentro de los sin­ gulares materiales, porque la materia por naturaleza pide reposo; igual­ mente difícil es colocarlos fuera del móvil; ello comporta salirse de los límites de cada singular. ¿Cómo afrontar tales dificultades? Procediendo lentamente, con ri­ gor y paciencia de franciscano. Para ello, va a definir claramente que la razón formal de la actividad de cualquier agente es el fin que se pre­ tende con la operación. La característica de la finalidad, por lo que en sí misma comporta, es el primer paso en orden a constituirla como ra­ zón configuradora de su efectividad práctica. El fin se puede entender como una referencia absoluta y terminal, fin último, o como una refe­ rencia perfectiva, temporal e histórica; tanto en uno como en otro caso, queda, al igual que en la causalidad eficiente, excluida la posibilidad de un proceso hasta el infinito o la admisión de un infinito actual. «El fin se puede entender en un doble sentido: como fin último... o como la perfección que en cada instante se pretende; este segundo no confor­ ma ningún infinito actual, porque toda perfección que, a veces, se ad­ quiere por aumento es finita» 101. Del concepto de finalidad, excluye Ockham todo tipo de infinitud actual e incluye la dimensión de temporalidad y perfectividad. La di­ mensión de pretensión, de mejor y más perfecto existir al hilo del tiem- 101. III Sent., Q. XVII, J.

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