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382 J. RAMON LOPEZ VAZQUEZ dad de la intervención divina en cualquier tiempo y lugar, al igual que las interferencias divinas en el modo natural de proceder los singulares, nos colocan en el reino de lo contingente y en el de la continua excep­ ción. «Cualquier causa produce su efecto de forma contingente, ya que Dios puede impedirle tal operación»4. Nada afecta al valor ontologico de la tesis y a su función dentro de la configuración mental de Ockham que no pueda probarse racionalmente que Dios pueda realizar cualquier tipo de actividad sin utilizar las llamadas causas segundas 5. La voluntad divina es algo total y absolutamente incondicionado, que puede hacer y deshacer, sin necesidad de considerar y tener en cuen­ ta las exigencias, ni del efecto, ni de las causas segundas utilizadas co­ mo auxiliares 8. La omnipotencia divina impide, pues, alicatar y ensam­ blar el mundo de lo existente dentro del reino de la necesidad causal merced a la cooperación que, según Ockham, es necesario situar, entre Dios y las causas segundas 7, al menos como posibilidad física. Esta razón de carácter principal se ve avalada e inserta en un es­ quema generativo de carácter dudosamente etiológico, cuando Ockham pretende poner la creación en relación al tiempo. Para el autor fran­ ciscano, el hecho de la creación, impuesto por la fe, es perfectamente coherente con la duda acerca del momento de la misma. Las torres que unen el cielo con la tierra no precisan ser explicadas desde esquemas temporales. El antes y después que atañe a todo esquema causal no tiene porqué verificarse en el acto creativo. Dios pudo crear, lógica­ mente nada lo impide, desde la eternidad; el tiempo es una variable introducida por el ser humano a la hora de medir un determinado cam­ bio. Por ello, el tiempo aparece con el ser humano, y lo que Dios creó está allende las dimensiones temporales; no es medible con tal uni­ da se puede hacer; ahora bien, la voluntad de Dios es Omnipotente y nada le impide obrar;... luego...» (/ Sent., Dist. XLVI, Q. 1, D). «Nada factible que no pueda ser hecho por Dios, incluso hay muchas cosas que sólo Dios puede hacerlas...» (/ Sent., Dist. XVII, Q. VIII, C). 4. I Sent., Dist. I, O. VI, p. 501, lín. 3-6. 5. «Naturalmente no se puede demostrar que Dios pueda causar de for* ma inmediata y por sí sólo sin el concurso de otras causas» (/ Sent., Dist. XLII, Q. 1, F); «En el supuesto de que Dios fuera la causa inmediata de todo lo que ocurre, no se podría demostrar de forma natural» (/ Sent., Dist. XLV, Q. I, G). 6. «Dios es un agente de tal perfección que puede producir totalmente el efecto sin nada más que El... pero coopera con las causas segundas como causas particulares, aunque El sea el agente principal; de forma tal que, in­ cluso cuando coopera con las causas segundas, es causa inmediata de todo» (II Sent., O. V, Q). 7. Cfr. II Sent, Q. V, K, L, T.

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