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LA CAUSALIDAD SEGUN G. DE OCKHAM 399 tos; su pensamiento se debate entre mantener una relación causa-efecto «ex natura rei» o «ex sola volúntate divina»91. En ambos casos, la causalidad ha perdido fuerza ontológica y protagonismo científico en orden a su necesitarismo. Asistir al parto de las nuevas perspectivas para los esquemas causales, no podía hacerse sino por la duda y las vacilaciones, como reflejo de la lucha titánica en el esfuerzo por pulir los nuevos conceptos que empiezan a abrirse camino. 2. Causas intrínsecas Donde Ockham es plenamente coherente con sus principios gene­ rales es en el tema de la materia y la forma como causas intiínsecas de cada singular. Efectuada la reducción predicamental92, reducidos los singulares a sustancias 93, eliminada toda distinción y composición in­ trínseca entre esencia-existencia, materia-forma, etc., necesariamente que­ da borrado del vocabulario ockhamista tanto la causa material como la formal94. Dentro de cada realidad física lo único existente es su mate­ ria. Ockham ha conseguido desmitologizar el mundo físico93, procla­ mar la hegemonía de las sustancias materiales y, por lo tanto, declarar a los singulares como entidades sin fisuras ni huecos, sin elementos heterogéneos ni coprincipios intrínsecos; dejar de hablar de causas in­ trínsecas es la consecuencia lógica de haber hecho a los singulares com­ pactos, idénticos a sí mismo. No hay en la realidad más elementos que los puramente materiales, accesibles al conocer sensible y determina- bles en esquemas cuantitativos 96. La materia no es algo informe que 91. IV Sent., Q. I, G. Igualmente cfr. IV Sent., Dubitationes addititiae, E. 92. «Según Aristóteles y Averroes la división del ente... responde a nece­ sidades significativas» (Summa logicae, I Pars, C. 10, p. 113). 93. «La división categorial... se toma de las diversas preguntas sobre las sustancias singulares» ( I b i d p. 116). 94. «Ni siquiera deben ponerse dentro de las creaturas distinciones for­ males, ningún singular es realmente distintas cosas» (/ Sent., Dist. II, O. I, p. 19, lín. 24-26). 95. «No hay nada común distinto de lo singular» (/ Sent., Dist. XXV, Q. I, L). 96. «La filosofía escolástica murió realmente en la medida en que su filo­ sofía de la naturaleza había sido tomada, tanto por sí misma como por sus adversarios, por una ciencia de la naturaleza. La aparición de la física mate­ mática no entrañaba necesarimente el abandono de la noción de forma sus­ tancial. De hecho, Leibniz mantuvo siempre la noción contraria. No obstante, la reducción de la materia a cantidad era el modo más sencillo de convertir el mundo de los sentidos en tema adecuado para la especulación matemática, y, puesto que lo que la ciencia moderna necesitaba era un universo físico de pura extensión, los filósofos decidieron que el universo físico no era en efecto

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