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396 J. RAMON LOPEZ VAZQUEZ libres, no: Dios es causa libre de cualquier efecto; por lo tanto, no pue­ de utilizarse como medio para demostrar cualquier efecto» 81. La teología de la omnipotencia, la reducción predicamental a lisas y cuantas sustancias singulares, el conocer de cada singular desde sí mismo, nos sitúan ante la necesidad de relegar la causalidad fuera de la esencia de cada singular. ¿Dónde colocarla y cómo entenderla? A n á l is is concreto 1. Causa eficiente A la vista de los presupuestos anteriores, podía pensarse en la ne­ gación del principio de causalidad82, entendido como la producción necesario del efecto por la causa eficiente, «cuando se encuentran debi­ damente dispuestos y ordenados, sin impedimentos, ni fuerzas contra­ rias que hagan imposible la acción del agente productor del efecto» 83. Ni el principio ni su efectividad son negados por Ockham; las creatu- ras generan, sirviéndose de materias previas, nuevos seres singulares, nuevos individuos distintos de sus causas, «la causa es una realidad de cuya existencia se sigue otro ente» 84. Causa y efecto son dos realida­ des real y entitativamente distintas entre sí; la razón formal de la cau- satividad radica en que da el existir al efecto y la relación que entre ambas se establece es de mutua y simultánea existencia. «Cualquier realidad, que posea otra como efecto, se la llama causa porque el existir del efecto sigue al existir de la causa, ya que cada vez que se quita o posee la causa el efecto corre la misma suerte» 85. ¿Cuál es la relación entre causa y efecto? ¿La simultaneidad en términos de presencia-au- sencia qué tipo de dependencia implica? ¿La causa produce y da el ser esencial al efecto? Debemos reparar que Ockham emplea siempre, para determinar tal relación, los términos «sequitur» y «ponitur» para ex­ presar tal secuencia. El sentido en que tales términos deben ser inter­ pretados nos lo ofrece el propio Ockham cuando afirma: «que la causa 81. II Sent., Q. V, CC. 82 «Que lo creado sea causa eficiente, no se puede probar argumentativa­ mente, sólo por la experiencia sensible que nos proporciona la presencia o au­ sencia del efecto ante la presencia o ausencia de la causa» (II Sent., Q. XV, P). 83. Philosophia naíuralis, 10. 84. Summa logicae, Pars II1-3, C. 26, p. 591. 85. Exp. Aur., Lib. Peryarmeneias, De futuris contingentibus, Q. I.

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