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LA CAUSALIDAD SEGUN G. DE OCKHAM 395 tuitiva, por ello no conocerá de forma distinta un accidente particu­ lar» 74. Cada singular ha de ser conocido en sí mismo, cada concepto aclarado y entendido intuitivamente, cada proposición contrastada con los hechos singulares. Nada común, similar o idéntico, es parte esen­ cial de los diversos individuos 75; por lo mismo, del conocer de unos singulares en modo alguno se puede inferir el de otros. «El conoci­ miento del sujeto y del predicado son dos causas parciales, ninguno es contenido por el otro, cada uno tiene su propia razón» 76. A estas razones cabría añadir una última de carácter operativo, y que tiene en cuenta el sentido pragmático con que Ockham procede en todos sus razonamientos. En efecto, si el conocimiento de un singular exigiese el conocer de sus causas, o el de la causa el de sus posibles efectos, tendríamos que enfocar cualquier tipo de conocimiento desde una perspectiva de totalidad y universalidad; tal dimensión desborda, de facto, el poder y capacidad humana, y sitúa el conocimiento cientí­ fico en el campo de la fantasía 77, casualidad78 y teologismo 79; por lo mismo, tal orientación se sale del ámbito de cientificidad que Ockham busca para su modelo gnoseológico. De todo ello podemos deducir y concluir que, desde los presupues­ tos del conocer humano, la causalidad como posibilidad de conocer una realidad por otra queda totalmente descartada. Ello no implica que la dependencia esencial entre la causa y el efecto haya de negarse explíci­ tamente80. Con sólo recalcar la autosuficiencia de un mundo sensible, sin relaciones ni correlaciones mutuamente constituyentes, de sustan­ cias singulares y seres humanos libres e inteligentes, tenemos los datos suficientes para poder entender que la causalidad, en el esquema meta- físico de Ockham, está herida de muerte, por tratarse de un mundo donde la necesidad natural no existe. «Se puede demostrar de causa a efecto si se trata de eficientes naturales; pero si se trata de eficientes 74. Ibid., p. 241, lín. 15-23. 75. Cfr. I Sent., Dist. XXIV, Q. II, J. 76. I Sent., Pról., Q. IX, p. 263, lín. 6-10. TI. «Causa accidental, es aquella que obra por algo distinto a sí misma» (/ Sent., Dist. II, Q. X, p. 344, lín. 21). 78. «Cuando un efecto es producido por una causa libre, y, a su vez, este efecto como causa natural concurre con otra causa natural a producir otro, a éste se le llama causa» ( Quodl. I, Q. XVIIi). 79. «De la causalidad o actividad de la causa total respecto a cualquier efecto se puede afirmar que la causa es más noble que el efecto, pero en éste sentido, sólo Dios es causa total» (IV Sent., Q. VII, J). 80. Cfr. I Sent., Pról., Q. IX, p. 241, lín. 15-16.

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