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LA CAUSALIDAD SEGUN G. DE OCKHAM 391 a la capacidad humana para conformar discursos comparativos, hacien­ do uso de la capacidad creativa del entendimiento humano, además del placentero deleite que el discurso bello y elegante proporciona al hu­ mano decir. Cada singular se identifica consigo mismo 47; por lo tanto, la función propia de la causalidad, como relación entre una causa y su efecto, camina hacia su identidad total, lo que equivale a herir de muerte tal relación. La explicación causal como una relación real entre los términos de tal relación, pierde, en el esquema metafísico de Ockham, el terreno propio de la apertura óntica de unos seres a otros. La identificación entre acto del agente y pasión del paciente obliga a Ockham a prescindir de la causalidad como relación productiva con propia entidad, «toda causa, esencialmente ordenada a producir algún efecto, lo ha de hacer de forma inmediata»48, para orientarla por la vía de la pura fenomenología. La presencia simultánea y alternativa en­ tre singulares distintos será el nuevo esquema desde el que nuestro autor formulará su pensamiento causal. «Tiene razón de causa aquello que, presente o ausente, va acompañado de la presencia o ausencia de otra realidad» 49. Los presupuestos ontológicos, pues, nos dejan a las puertas de un mundo sin leyes ónticas generales 50, de unos singulares sin más exi­ gencias que su pura y desnuda presencialidad, de un ser humano que precisa distinguir entre el lenguaje de los objetos y el de los sujetos para poder tener perfectamente desmitologizado el saber sobre las sus­ tancias singulares51. La desmitologización del lenguaje metafísico con­ duce al franciscano a plantear el tema de la causalidad en términos de pura materialidad; «las causas segundas requieren, en sus operaciones, el concurso de la materia; de otra forma no pueden producir ningún efecto; por lo mismo, las causas segundas generan, no crean» 52. La ma­ teria es accesible al conocer sensible humano 53, y la relación causática 47. Cfr. / Sent., Dist. II, Q. III, p. 77, lín. 18, p. 78, lín. 3. 48. II Sent., Q. V, S. 49. II Sent., Q. XVI, G. 50. Cfr. IV Sent.y Q. IX, L. «...Ni la creación activa ni la pasiva,ni la co servación activa ni la posiva, expresan realidadalguna distinta de los singu­ lares» ( Quodl . V II, Q. VI). 51. Cfr. I Sent., Dist. II, Q. III, p. 75. lín. 1-2. Ibid., p. 76,lín.18,p. 77, lín. 18 y ss; I Sent., Dist. II, Q. II, p. 65, lín. 15, p. 66, lín. 2. 52. II Sent., Q. V, Y. 53. «Notitia evidens non potest naturaliter creare sine cognitione intuitiva terminorum...» (Quodl. IV, Q. IV).

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