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RESPONSABILIDAD MORAL ENTRE LA GUERRA Y LA PAZ 341 Pero no conviene olvidar demasiado pronto la multiforme dificul­ tad que los hombres experimentamos ante la llamada, utópica y fasci­ nante, de la paz. Detengámonos todavía un momento sobre este punto. 2 . D if ic u l t a d e s ante la p a z Una adecuada y paciente planificación educativa, desde una pers­ pectiva ética, debería ayudar a los hombres a descubrir esa especie de adición que, mental y casi fisiológicamente, parece mantenerlos fatal­ mente sometidos a la necesidad de la guerra. Tan habituados estamos los hombres de hoy a la violencia y a la guerra, que por todas partes descubrimos dificultades insuperables para el diseño y la construcción de un mundo en paz. Nos resulta difícil imaginarlo, incluso. 2.1. Dificultades humanas ante la paz En muchas ocasiones, el sueño de la paz se nos antoja utópico y ucrónico, es decir, ni se ha realizado ni podría realizarse en un lugar concreto ni en un momento determinado de la historia. Tal vez sea bueno que persista, al igual que «el cielo nuevo y la tierra nueva», al igual que el mundo de la justicia y la igualdad, al igual que «la patria de la identidad» anunciada por Ernst Bloch. Pero en todo caso persis­ tiría como uno de esos ideales proféticos que orientan los pasos de los caminantes y sustentan el esfuerzo. Pero se piensa que es propio de mentes realistas caminar ya con una cierta desconfianza, sospechando la imposibilidad del sueño fantástico, como si los ideales no fueran la mayor fuerza operativa para la renovación de la sociedad. Otras veces, la experiencia de la paz es vislumbrada a través de diversos reduccionismos: buscamos la paz para el alma sin atender a las condiciones estructurales de la justicia; anhelamos la paz del ambiente que nos rodea sin preocuparnos por resolver los íntimos conflictos que desgarran al hombre; propugnamos la paz para una determinada clase social que es la única que parece detentar un cierto derecho a ella; o buscamos una paz que se reduce a ofrecernos una tranquila carencia de conflictos evidentes 11. 11. Estos reduccionismos, y en concreto la separación de la reconciliación entre los hombres con relación a la reconciliación del hombre con Dios, cons­ tituyeron la mayor dificultad afrontada por el Sínodo de los Obispos de 1983: cfr. Jit R. F uecha , Sobre el sentido de pecado en el Sínodo de 1983, en Salman- ticensis 33 (1986) 207-228. Algunos de estas reduccionismos eran criticados por E. S chillebebckx , Celo por el Evangelio de la paz, en Concilium 184 (1983) 128.

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