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340 JOSE-ROMAN FLECHA ANDRES 1.3. La paz, un valor difícil pero posible Y, sin embargo, el panorama no debería sumirnos en la desespera ción sino estimular las mejores energías para imaginar y diseñar un mundo diferente. Es cierto que la paz es difícil hasta en su misma definición. La paz no tolera definiciones conceptuales precisas, precisamente por expresar una riquísima realidad de carácter humano y por tanto dinámico. La guerra no puede reducirse a la tregua entre dos conflictos armados ni a la ausencia de guerras. Ya la misma presentación griega de la paz co mo «tranquilidad en el orden» presentaba un cierto aspecto dinámico, aunque absorbido por la aceptación normativa de un cosmos prefijado y fatal, centrado en la naturaleza y en la recurrencia cíclica. La concep ción hebrea prefiere ver la paz en términos de expectativa de futuro, ñor una parte, y de compromiso humano, por otra. La paz se une a la justicia. Se orienta a la realización personal y comunitaria de un orden social justo. De ahí que la paz constituya un valor relativo y siempre relaciona do con el amor. De ahí que la paz necesite siempre del compromiso ac tivo y no pueda, por tanto eximirse del discernimiento ético. Ni de la educación. La paz no es tanto un dato como un quehacer. «La paz no es un ideal utópico que pueda ser dejado al entusiasmo de ciertos grupos soñadores. La paz universal se ha convertido en una condición indispensable para la subsistencia de la humanidad, en un punto de partida necesario para poder superar los graves problemas del hambre y de la pobreza en el mundo y avanzar en el establecimien to de una vida libre, pacífica y digna para todos los hobres de la tierra. Nosotros queremos afirmar solemnemente que la paz es necesaria, que la paz es posible, que es obligatorio para todos hacer cuanto dependa de nosotros para que sea pronto una realidad. Hay que resaltar que está ganando terreno la conciencia de que la reconciliación, la justicia y la paz entre los individuos y entre las naciones no son simplemente una llamada dirigida a unos cuantos idealistas, sino una verdadera condición para la supervivencia de la misma vida» 10. C a rv a ja l, Razones y sinrazones de la carrera de armamentos, en Teología y Catequesis 19 (1986) 331-43. 10. C om isión P erm a n en te d e l E piscopado E sp añ ol, Constructores de la paz, ca p . I, 4.3.
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