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378 JOSE-ROMAN FLECHA ANDRES — Desde aquí puede articularse para las próximas generaciones una sincera y efectiva conciencia antibélica. — Desde aquí podemos educar para una solidaridad construida más de reparto con los necesitados que de agresión a los semejantes. — Desde aquí deberíamos repensar la vocación a la objeción de conciencia y a la objeción fiscal para no contribuir ni a la lucha ni al armamentismo. — Desde aquí hemos de repensar la autonomía de los países en vías de desarrollo, superando las presiones de los nuevos colonialismos. — Desde aquí hemos de articular nuestra sincera colaboración con los organismos de justicia y de arbitraje y con los hombres que buscan la paz. — Desde aquí podemos iniciar el desarme de las manos y de los corazones 46. C onclusión Durante la jornada de oración por la paz, Juan Pablo II dirigía a todos los hombres una vibrante interpelación para no dejar pasar de largo esta oportunidad de diseñar los caminos de la paz: «Es algo vital optar por la paz y por los medios que a ella conducen. La paz, de naturaleza tan frágil, exige un cuidado constante e inten sivo. A lo largo de este camino, avanzamos con paso seguro y acelera do, pues no hay duda de que hoy los hombres cuentan con más me dios que en el pasado para construir la verdadera paz. La humanidad ha entrado en una era de creciente solidaridad y de hambre de justi cia social. Esta es nuestra oportunidad y, al mismo tiempo, ésta es la tarea que la oración ha de ayudarnos a realizar»47. Ya no se trata solamente de condenar la guerra, de vivir «contra la guerra» 48. Se nos exige, como hombres y miembros de la familia hu mana, superar la situación extraña, ominosa, de no saber articular un discurso racional que supere la agresividad institucionalizada y buscar 46. Sugerencias semejantes en R. L arrañeta , Ya no hay guerras justas, en La maldición de la guerra, Salamanca 1984, 125; F. V ela , Educar para la paz, en Por una paz sin armas, Salamanca 1984, 171-195. 47. Ver en L'Osservatore Romano. Ed. sem. en español (2 nov. 1986) 719. 48. Cfr. J. M. D íez A leg r ía , La guerra y sus justificaciones. Un caso de conciencia laxa colectiva, en J. M. A lemany (ed.), Cristianos en una sociedad violenta, Santander 1980, 127-39.
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