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360 JOSE-ROMAN FLECHA ANDRES Una vez más vemos que aun desde la argumentación tradicional de la ética cristiana es posible llegar a una condenación explícita de las guerras modernas, sobre todo ante la perspectiva de aniquilación global que no soportaría justificación alguna. Es cierto que un año antes el Papa Pío XII había afirmado que «el derecho a mantenerse a la defen­ siva no se le puede negar incluso hoy día a ningún estado» 2?, pero ese derecho queda también matizado por las consecuencias fatales que ha­ cen necesario buscar otras alternativas para la solución de los conflic­ tos. Esta admisión de la guerra defensiva habría que entenderla tenien­ do en cuenta que «Pío XII utiliza siempre la expresión guerra defensiva para designar no solamente la defensa del suelo nacional injustamente invadido, sino también la respuesta a la agresión contra el derecho, contra los bienes sociales » 28. b) En este contexto es inevitable subrayar la claridad y decisión de que hace gala Juan XXIII en la encíclica Pacem in terris, de 1963. En ella, el Papa se hace eco de aquellas vibrantes palabras que Pío XII pronunciara en Castelgandolfo en la víspera misma de la gran confla­ gración: «Nada se pierde con la paz; todo puede perderse con la 29 guerra» . Inmediatamente se subraya el absurdo que supone, en una época como la nuestra que se jacta de haber llegado a poseer la energía ató­ mica, sostener que la guerra sigue siendo un medio apto para resarcir el derecho violado (cf. n. 127). La postura de condena ante la guerra es evidentemente más clara y tajante. Las razones de esa condena se encuentran en la misma dignidad del hombre y de la vida humana. El hombre vive hoy en el miedo. «Los pueblos viven bajo un perpetuo temor como si una tempestad que es­ tuviera amenazando, en cualquier momento pudiera desencadenarse con ímpetu horrible». Pero el miedo no constituye una defensa suficiente contra el horror de la guerra. Al contrario. «Aunque el poderío monstruoso de los actuales medios militares disua­ da hoy a los hombres de emprender una guerra, siempre se puede te­ mer que los experimentos atómicos realizados con fines bélicos pongan en grave peligro toda clase de vida en nuestro planeta» (n. 111). 27. Pío XII, Alocución al VI Congreso Internacional de Derecho Penal (3 oct. 1953); también en su «Radiomensaje de Navidad.» de 1956: AAS 49 (1957) 19. 28. J. D ucatillon - G: J acquemet , Guerre, en Catholicisme V, 349. 29. J uan XXIII, Pacem in terris, n. 116 (según la numeración de la BAC que puede encontrarse en Siete grandes mensajes , Madrid 1970). Ver la obra

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