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RESPONSABILIDAD MORAL ENTRE LA GUERRA Y LA PAZ 359 bre todo la guerra de agresión que está ensangrentando el mundo, y augura una evolución radical en la resolución de los conflictos: la crea ción de un órgano para el mantenimiento de la paz: «Nadie podría saludar con mayor gozo esta evolución que quien desde hace largo tiempo ha defendido el principio de que la teoría de la gue rra, como medio apto para resolver los conflictos internacionales, está ya sobrepasada (...) ha aparecido cada vez más evidente la inmorali dad de la llamada guerra de agresión» 25. Fue precisamente en aquella ocasión cuando el Papa pronunció otra frase que estaba destinada a hacerse famosa: «Si una generación ha debido escuchar en el fondo de su conciencia el grito de ¡Guerra a la guerra!, ésa es ciertamente la presente». Diez años más tarde, dirigiéndose a la Asociación Médica Mundial, Pío X II se plantea la cuestión de la licitud de la guerra, aunque en términos que recuerdan todavía los antiguos planteamientosque hemos encontrado en la reflexión de Francisco de Vitoria: «No puede quedar duda alguna, particularmente a causa de los horro res y de los inmensos sufrimientos provocados por la guerra moderna, de que desencadenarla sin justo motivo (es decir, sin que sea impuesta por una injusticia evidente y extremadamente grave, inevitable de otra manera) constituye un delito digno de las sanciones nacionales e inter nacionales más severas. No se puede plantear la licitud de la guerra atómica, química y bacteriológica sino en el caso en que se la juzgue indispensable para defenderse de las condiciones indicadas. Y aún en tonces es necesario por todos los medios evitarla mediante acuerdos internacionales o al menos fijar a su utilización límites suficientemente claros y estrechos para que sus efectos queden reducidosa las exigen cias estrictas de la defensa. Cuando la puesta en marcha de este me dio entraña una extensión tal del mal, que escapa seguramente al con trol del hombre, su utilización debe rechazarse como inmoral. En este caso no se trataría ya de 'defensa' contra la injusticia y de 'salvaguar dia' necesaria de posesiones legítimas, sino de pura y simple aniqui lación de toda la vida humana dentro de su radio de acción, y esto no está permitido por título alguno» 28. 25. Colección de Encíclicas, 238-239. Cfr. J. G elm i , Die Friedensbemühungen der Papste im 20. Jahrhundert, en Theologisch-praktische Quartalschrift 134 (1986) 22-27. 26. Pío XII, Discurso a la VIII Asamblea de la Asociación Médica Mundial (30 sept. 1954): AAS 46 (1954) 587.
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