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336 JOSE-ROMAN FLECHA ANDRES quier momento podría desaparecer de la superficie del planeta. Parece haber llegado el momento, impredecible y dramático, en que, por un acto premeditado de aquellos que juegan con los destinos del mundo y también por un error lamentable e involuntario, el hombre podría hacer saltar en pedazos este su planeta azul. Precisamente por eso, la advertencia de las inmensas posibilidades técnicas de destrucción hace necesaria y urgente una reflexión sobre la responsabilidad ética de alejar el monstruo de la guerra, de superar las continuas tentaciones de la agresividad humana y de actuar decidida­ mente en favor de la paz. Aunque siga siendo un ingrediente habitual en todos los noticiarios, desde la pura racionalidad humana, la guerra es percibida hoy como un hecho absurdo e irracional en grado sumo \ «Su mismo rostro hu­ mano parece suscitar una reacción creciente en los seres humanos. Des­ de una visión cristiana la incoherencia de la guerra con el mensaje de Jesús aparece más sentida» 2. La presencia en Asís de los representantes de todas las religiones para reflexionar y orar por la paz ha sido más que un espectáculo. Y, por supuesto, una «confesión» de fe que sólo en los sospechosos puede suscitar «la sospecha de una operación de prestigio universal para Juan Pablo II y la Iglesia católica» 3. Los creyentes en Jesucristo no pueden ofrecer al mundo postrado «ni oro ni plata» ni articuladas estrategias de desarme, pero deben ofrecer lo que tienen: la oferta y la urgencia de una utopía (cf. Hch 3, 6 ) . 1.1. La paz, un valor universal Los creyentes se unen a todos los hombres en la apreciación de la paz como el símbolo más bello y cumplido de los bienes más preciosos para el hombre individual, para la convivencia humana y también para la relación armónica del mismo hombre con su entorno cósmico. La 1. Cfr. P ablo VI, Discurso en la jornada de la paz (1.1.1978), en Ecclesia 1.868 (1978) 9-11; R. C larke , La course á la mort ou la technocratie de la guerre, París 1972; M. A. A lcock , The war disease, Oakville 1972. 2. F. J. E lizari , Moral de la vida y la salud, en Praxis cristiana II, Madrid 1981, 135. C fr. L. R incón , ¿Una humanidad en vísperas de guerra?, en Iglesia viva 103 (1983) 7-20. 3. Así se expresaba al día siguiente el editorial de El País (28 oct. 1986). Pocos días más tarde, en las mismas páginas, le replicaría el P. José María de Llanos afirmando que pocas veces la Iglesia había realizado un gesto más limpio y más concorde con su misión en el mundo: El País (8 nov. 1986).

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