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RESPONSABILIDAD MORAL ENTRE LA GUERRA Y LA PAZ 353 aspecto personal, la paz o eiréne es el aspecto social. Pero son los mis­ mos gestos y las mismas actitudes de una parte y de otra»20. Se puede decir, en consecuencia, que para Pablo el deber de buscar la paz no es sólo un deber abstracto y colectivo, confiado a una autori­ dad social, aunque lo es ciertamente. Pero en la comunidad eclesial no hay lugar para la inhibición. La paz es una vocación y deber personal. Cada cristiano es responsable de ella. La paz no se reduce a una acepta­ ción pasiva de los límites impuestos por la ley o por una disciplina orientada al bien común: la paz exige la iniciativa, comprometida y di­ námica, de vencer la cólera y el resentimiento, de superar los conflic­ tos desde el perdón y la misericordia: de vencer el mal con el bien. La paz, en resumen, no se reduce a la pretensión del buen orden que ha de reinar en la sociedad. Se trata de instaurar una sociedad nue­ va que resulta de la oferta salvadora de Dios y del comportamiento ab­ solutamente novedoso de los renacidos a una nueva vida. Don de Dios que nos ha reconciliado consigo, la paz es al mismo tiempo el resultado del encuentro de todas las voluntades pacíficas. * * * De toda esta serie de referencias, tal vez no se deduzcan unos prin­ cipios inmediatos para la elaboración de una ética de la guerra —cosa que, por otra parte, constatamos en todos los campos de la decisión moral—, pero se deduce al menos el impulso de una tradición que va­ lora, agradece y celebra la paz como un alto valor, al tiempo que invita a realizarlo responsablemente en el compromiso armonioso con la vida. Queda al menos claro que en la perspectiva de Jesús de Nazaret y de sus seguidores la paz constituye un imprescindible ideal. Las dife­ rencias entre los hombres no deben seguir zanjándose con los métodos de la violencia y por la sinrazón de la fuerza. Un mensaje como el del evangelio, que valora a los hombres por su dignidad de hombres y no por los instrumentos de que pueden disponer para imponer sus intere­ ses, en modo alguno puede cohonestar el recurso a las armas como me­ dio para lograr el sh a lóm : la paz profètica que evoca la situación de paraíso que el Dios creador y Padre ha querido para sus hijos. 20. X. C om blin , Théologie de la paix, I, 243. Cfr. J. L asserre , War and the Gospel, Scottdale 1962, esp. 23-77, donde se refiere a la enseñanza de Cristo y de los Apóstoles sobre la violencia y el mandato del amor. F. L age , La paz en el contexto del mensaje evangélico, en Revista Católica Internacional Commu­ nio 7 (1985) 424-433.

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