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RESPONSABILIDAD MORAL ENTRE LA GUERRA Y LA PAZ 351 — como la venta de ovejas y bueyes que nunca tuvo lugar en el tem­ plo— que condicionan y exigen la presencia de un azote y los gestos de Jesús. Sin embargo, para dudar de la historicidad de todos los datos bastaría comprobar que en ese momento no interviene la guarnición romana para restablecer el orden ni la acción «violenta» es aducida en el juicio contra Jesús. Se trata evidentemente de una acción simbólica o profética. El gesto es narrado para prestar soporte a la palabra. Y la palabra se apoya sobre los antiguos profetas: Is 56, 7 sugiere la uni­ versalidad del templo y su apertura a todos los pueblos, mientras que Jer 7, 11 subraya la deformación actual del culto, parecida a la que pre­ cedió al momento del exilio. — Le 12, 51-53: «¿Pensáis que he venido a traer paz? No, sino división». «La apariencia violenta de este texto es innegable. Sin em­ bargo, se trata de la violencia que van a sufrir los discípulos de Jesús, no la que ellos van a tener que realizar» 18. Jesús retoma el texto de Miq 7, 6 que describe la división de la sociedad que el profeta de la tierra llana encontró al llegar a Jerusalén. Semejante división y enfren­ tamiento habrán de padecer los que sigan a Jesús, presentado como se­ ñal de contradicción desde su nacimiento (Le 2, 34). El paralelismo an­ titético es todavía más evidente en Mt 10, 34. — Le 22, 35-38: «El que no tenga espada, venda su manto y cóm­ prela». Se trata a todas luces de un texto auténtico que en el original arameo debía de constituir un juego paronomásico entre espada ( sefa ), fin ( sofeh) y ¡basta! (sofá). Si miramos más allá de la construcción li­ teraria, vemos que el mensaje principal está contenido en el v. 37 que alude precisamente a la figura sufriente del siervo de Yahvé que renun­ cia a su propia defensa (cf. Is 53, 12). Todo el texto es una parábola con un mensaje importante: llega el fin y hay que estar preparados. No se debe desparabolizar el texto. De hecho, ya los mismos discípulos parecen haberlo comprendido mal. De ahí la intervención cortante de Jesús — ¡basta!— que recuerda la intervención de Dios que interrumpe y corrige a Moisés (cf. Dt 4, 2 6 ) 19. Se puede decir, en consecuencia, que ninguno de estos pasajes, pre- 18. J. L. E spinel , El pacifismo de Jesús, en La maldición de la guerra, Sa­ lamanca 1984, 39, estudio que resumen estas líneas. Cfr. E. B ammel - C. F. D. M oule (eds.), Jesús and the Politics of His Day, Cambridge-Londres 1985, don­ de se afirma que Jesús estaba involucrado en el movimiento celota. 19. Cfr. H. T roadec , Comentario a tos evangelios sinópticos, Madrid 1972, 573. P. S. C ameron , Violence and the Kingdom. The Interpretaron of Matthew 11, 12, Frankfurt-Bem-N. Y., 1984.

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