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350 JOSE-ROMAN FLECHA ANDRES Los mismos «milagros» de Jesús son los signos de que Dios reina ya en el mundo, porque el reino de Dios significa la llegada del amor, de la misericordia, de la paz, de la justicia y del restablecimiento de to­ das las cosas. Los discípulos que hacen suya la misión de su Maestro son enviados con un anuncio de paz (Mt 10, 11-15; Le 10, 5-7). Se repiten en ellos los gestos proféticos de Elias y Eliseo. La paz es el ob­ jeto de la misión de los apóstoles y de su anuncio fundamental: una paz que es la salvación plena del shalóm, el signo del reino de Dios. No es extraño que la paz sea por excelencia el don pascual del re­ sucitado (Le 24, 36). Si esa paz parece obviamente significar la salva­ ción, no es lícito restringir esa salvación al plano puramente «espiri­ tual». La paz que Jesús anuncia e instaura incluye unas nuevas rela­ ciones entre los hombres. b) Sin querer caer en una fácil apologética, es necesario recordar algunos textos evangélicos que a lo largo de la historia han sido invo­ cados por los cristianos para justificar las guerras o, al menos, las in­ tervenciones violentas en la marcha de la historia. Una exégesis cuida­ dosa evidenciaría la manipulación a la que con excesiva frecuencia se somete a los textos evangélicos. Veamos algunos de los más repetidos. — Mt 11, 12: «El reino de los cielos sufre violencia y los violen­ tos lo arrebatan». La frase es ciertamente ambigua. Podría significar que el Reino se va imponiendo a pesar de los obstáculos, como la débil semilla en terrenos adversos, y tendría así el sentido kerigmático de testimoniar la acción de Dios en la historia. En un setnido más espiri­ tualista, podría entenderse como la abnegación y violencia que han de hacerse los que desean entrar en el Reino por una puerta que siempre será demasiado estrecha. Pero el verbo biázetai puede tener el sentido pasivo de «sufrir violencia»: el Reino de Dios es obstaculizado y, tanto en Juan como en Jesús, como en todo creyente sincero (cf. Mt 17, 12), sufre la oposición violenta del imperio de este mundo. Más que de una invitación a la violencia, las palabras de Jesús son una interpretación profètica del momento histórico y una reflexión teológica sobre la his­ toria 17. — Me 11, 15-19: Expulsión de los vendedores del templo. El epi­ sodio original parece haber sido enriquecido con detalles no históricos 17. E. K aesem ann , Ensayos exegéticos, Salamanca 1978, 184-185. Cfr. J. Lois, Jesús y la violencia , en Teología y Catequesis 9 (1986) 363-81. Sobre la implica­ ción de los cristianos en la tarea de la paz desde las exigencias mismas del mensaje neotestamentario, véase A. V ogtle , Was ist Frieden? Orientierungshil- fen aus dem Neuen Testament, Freiburg i. B., 1983.

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