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RESPONSABILIDAD MORAL ENTRE LA GUERRA Y LA PAZ 347 de Israel para justificar sus propias cruzadas. ¿Qué hay que decir sobre todo esto? Es necesario admitir que también Yahvé, como los dioses orienta­ les, e incluso más que los dioses de los griegos, interviene en las guerras y combates de su pueblo. Pero con algunas diferencias significativas. Yahvé no lucha personalmente. No tiene pasión guerrera. El combate no forma parte de sus atributos. El texto de Ex 15, 3, que podría ser aducido en contra de la afirmación anterior, se refiere a la alegría del pueblo que agradece a su Dios la liberación, más que una pretendida descripción de la divinidad. Por otra parte, mientras en las mitologías orientales la guerra es sacralizada y no se ve una diferencia entre las guerras del rey y las guerras del dios, en Israel Dios no toma la inicia­ tiva del combate ni aprueba ni bendice indiscriminadamente las campa­ ñas guerreras emprendidas por el rey. Por otra parte, el mismo título de «Yahvé de los ejércitos» (Am 3, 13; 6, 14; Os 12, 6; 2 Sam 5, 10; Jer 5, 14) admite varias interpre­ taciones. Es poco verosímil que equivalga a algo así como «Dios de los ejércitos de Israel». Más probable parece el significado de Dios de las multitudes y aún el de «Dios de los astros» que implicaría una inten­ ción polémica contra los cultos de las divinidades astrales orientales 14. Sin embargo, ahí quedan los interrogantes ante la descripción de la conquista de Canaán, en la que Yahvé parece tener un papel de estra­ tega general, permitiendo y aun ordenando la aniquilación de los de­ fensores de las ciudades conquistadas. A la luz de los estudios actuales sobre la interpretación bíblica, podemos y debemos recordar que la Bi­ blia no es un libro de narraciones ejemplares o de fáciles consejos edi­ ficantes: es el eco literario de muchos testigos de la historia de un pue­ blo, con sus luces y sus sombras, sus avances y sus retrocesos, sus acier­ tos y sus fallos. A través de una historia humana como ninguna pasa la revelación del sentido último de la historia y la salvación de la misma peripecia humana. Según eso, se podrían anotar los siguientes prin­ cipios. — La toma de Canaán es una más de las frecuentes inmigraciones que tuvieron lugar en el Oriente. No se llevó a cabo necesariamente con el sentido religioso de una «guerra santa». Más que una exposición histórica, los textos nos ofrecen una interpretación nacionalista y 14. Cfr. W. E ich rodt, Teología del Antiguo Testamento, I, Madrid 1975, 175- 178. V. Casas, Raíces bíblicas de la paz, en Sinite 27 (1986) 135-50.

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