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EL TEMA DEL «MUNDO AL REVES» 269 ficandos, hic in ridiculum verterentur atque etiam obscoenum ad ho- minum urbanorum ánimos in laetis epulis lusu petulantiaque subtili- ter delectandos, velut convivas Karoli imperatoris his facetiis oblec- tatos esse ex Iohannis epilogo intellegimus»42. 2. E l mundo , ¿un c a r n a v a l ? Después del análisis de los textos coincidentes en presentar a un mundo «patas arriba», es obvia la pregunta que encabeza el epígrafe. Guillermo, en la interpretación del sueño de Adso, nos da la respues­ ta, en un texto citado más arriba en el apartado 1.2.3. Para Guillermo, el sueño de Adso cuyo cañamazo es el relato de la Coena es todo un símbolo: la imagen de un mundo donde el rey del desorden impone sus tiránicas leyes. La vida es un carnaval donde todo se trastueca y donde, sin necesidad de disfrazarnos de otros — como ocurre en la Coena — cada uno actúa con sus insobornables tendencias, apetitos y contradicciones internas cuyo fruto es el mundo «patas arri­ ba» que tenemos y padecemos. Querer encontrar orden en el mundo es, para Guillermo, perseguir una quimera. «¿Donde está mi ciencia?», es el grito desesperado de la impotencia lógica de Guillermo: «Sólo imaginando órdenes falsos se puede llegar a algo. Pero después hay que arrojar la escalera, porque se descubre que, aunque haya ser­ vido carecía de sentido»43. No obstante, hay que saber leer estas palabras, de claro sabor «wittgensteiniano» 44, dentro de un contexto histórico medieval al que tan fiel ha sido Eco a lo largo de la novela, si queremos evitar fáciles anacronismos. Y para ello, nada mejor que hacer expresarse a Guillermo en clave ockamista: «Es difícil aceptar la idea de que no puede existir un orden en el uni­ verso porque ofendería la libre voluntad de Dios y su omnipotencia»45. 41. U. Eco, o. c., 531. 42. Poetae latini, 862. 43. U. Eco, o. c., 596, 44. Compárese el texto anterior con las líneas finales del Tractatus : «Mis proposiciones son esclarecedoras de este modo; que quien comprende acaba por reconocer que carecen de sentido, siempre que el que comprenda haya salido a través de ellas fuera de ellas. (Debe, pues, por así decirlo, tirar la escalera después de haber subido). Debe superar estas proposiciones; enton­ ces tiene la justa visión del mundo. De lo que no se puede hablar, mejor es callarse». L. W ittgen stein , Tractatus Logico-Philosophicus, Madrid, Alianza Editorial, 1973, 203. 45. U. Eco, o. c., 596. 8

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