PS_NyG_1987v034n002p0163_0252

244 ALFONSO PEREZ DE LABORDA Primero es, pues, el movimiento local, es decir, el movimiento de los átomos en el vacío, y es movimiento 'local’ porque se trata de un movimiento «en un lugar»; todos los demás movimientos se dan en los compuestos 320. Los átomos se desplazan por el vacío, «decían, en efecto, que ellos se agitan ( “ epiriaháooejOai); y éste no es sólo el primero sino el único cambio que atribuían a los elementos, reservan­ do los restantes cambios a los compuestos formados por los elemen­ tos: crecer y disminuir, alterarse y generarse y corromperse resultan, según ellos afirman, de la agregación y disgregación de los cuerpos pri­ marios»321. Esos átomos sólidos de tamaños diferentes tienen también pesos diferentes, evidentemente, lo cual ya no acontece en los com­ puestos, puesto que «vemos que muchas cosas cuyo volumen es más pequeño son más pesadas», dependiendo el peso del compuesto de la mayor o menor cantidad de vacío que encierre 322. El peso de cada áto­ mo es relativo a su tamaño 323. Será luego Epicuro quien atribuya al peso la causa del movimiento. Aecio nos ha guardado lo que puede ser el único fragmento que nos queda de Leucipo. Estas son las palabras de Aecio: «Leucipo dice que todo ocurre por necesidad y que ésta es el destino. Dice en Acer­ ca del intelecto: 'Nada se produce porque sí, sino que todo surge por una razón (c* Xófoo) y por necesidad’» 324. Como dice otro texto, «des­ de siempre, desde un tiempo infiinito, la necesidad gobierna absoluta­ mente todo, 'tanto lo que ha sido como lo que es y lo que será’» 325. Sin embargo, como recuerda San Hipólito, no dice Leucipo «qué es la necesidad» 326. Mucho antes también Aristóteles se había preguntado eso que dicen los atomistas «que es siempre así o que se produce siempre así», achacando a Demócrito «que no piensa que sea preciso indagar la causa del 'siempre’» 327. De los átomos «surgió el cielo y la tierra sin que nada les haya obligado, sino en forma fortuita» 328. O, 320. A ristó teles, F ís. 265b, en G III 400, no es 'en un espacio’, sino 'en un lugar’ (Ivtótcüv. C fr. Cicerón, De la nat. dioses I 26, 73, en G III 426 (DK 68 A 51). 321. Simplicio, F ís. 1318, 33, en G III 412 (DK 68 A 58). 322. A ristóteles, Del cielo 309a en G III 415 y 634 (DK 68 A 69); cfr. De gen. y corr. 326a en G III 414 (DK 68 A 60). 323. Teofrasto, De las sensaciones 61, en G III 416 y 633 (DK 68 A 135). 324. Aecio I 25, 4, en G III 427 (DK 67 B 2). Cfr. Simplicio, F ís. 28, 15, en G III 428 (DK 68 A 38). 325. Ps.-Plutarco 7, en G III 429 (DK 68 A 39). 326. H ipólito, Ref. I 12, en G III 430 (DK 67 A 10). 327. A ristó teles, F ís. 252a, en G III 431 (DK 68 A 65). 328. Cicerón, De la nat. dioses, I 24, 66, en G III 432 (DK 67 A 11).

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz