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EL NACIMIENTO DE LA CIENCIA 169 samiento que veíamos en Hesíodo, en el cual al comienzo de todo es­ taban Océano y Tetis, padres de la generación; lo reconoce así Aris­ tóteles al hablar de «los primeros en reflexionar sobre los dioses». Hay, sin embargo, una diferencia grande. Ya no estamos tras la búsqueda de un principio (^pamaia) que nos encadene a la generación que tiene que ver con los dioses, con la cosmogonía. Ahora lo que se busca es otra cosa muy distinta. Lo que Tales considera es 'naturaleza' (cpóoic) toma en consideración la reflexión sobre 'todas las cosas’ (xá rcáuia), hace 'física’ (es un ^puatxós) y lo que busca es una jerarquización en ella que le dé un lazo unitivo de todas las cosas. No busca qué es lo que se dio primero, sino cuál es el principio del que se derivan las de­ más cosas, que tiene el convencimiento de que por debajo de todas las cosas hay una sola que es principio generativo de todas las demás. Con palabras de Aristóteles: «debe de haber, pues, alguna naturaleza única o múltiple a partir de la cual se generan las demás cosas, conservándose ella». Y esto no es ya un esfuerzo cosmogónico o teogónico, sino filo­ sófico. Es ganas de saber cuál es el elemento (oxot^síov; y el principio de las cosas que existen. Este principio tendrá una característica: el movimiento. Hay un proceso en estas consideraciones filosóficas. Como lo explicará mucho después San Hipólito hablando de Tales, «el agua es principio y fin de todo. A partir de ella, por reunión, se forman todas las cosas y, a la inversa, al disolverse, son llevadas nuevamente hacia ella» 12. No es de mi interés ahora ver si las palabras en que se dice el pen­ samiento de Tales proceden de él o no. Lo que sí lo es, sin duda nin­ guna, es el hecho de pensar en esa explicación causal, de considerar al todo como una unidad en la que existe cambio y movimiento por de­ bajo de lo que es mera apariencia, lo que no es en definitiva decisivo, pues otra cosa es la que da cuenta de ella. Todas las cosas son así re­ ducidas, explicadas, asimiladas a una sola, a un único principio, a un elemento que es común a todas ellas. Es el juego del pensamiento so­ bre lo que es objeto de nuestra experiencia común la que nos lleva, con Tales, a poder decir: todo es, en definitiva, agua; todo tiene su prin­ cipio en ella, no simplemente porque nazca de ella, en su seno, sino porque, bien miradas todas las cosas, todas ellas tienen un principio común, un origen único del que proceden y al que se reducen finalmen­ te. De esta manera, por supuesto, el 'principio’ pide el 'movimiento*, 12. H ipólito , Refutación de todas las herejías, I 1, 1, en G I 23. Simplicio, en su comentario a la Física, por dos veces nos habla de ese principio que es «uno y en movimiento», en G I 19 (DK 11 A 13) y en G I 22.

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