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EL NACIMIENTO DE LA CIENCIA 231 las antiguas enseñanzas de la escuela251. De este libro, como es norma entre los presocráticos, nada queda, excepto el saber que, seguramente, no llevaba nombre de autor, y que se titulaba 'Sabiduría de Pitágoras’ o 'Enseñanzas pitagóricas’, por ejemplo, lo que, junto al eclecticismo de su contenido, explica que Aristóteles se refiera a él con la frase: «los llamados pitagóricos dicen q u e ...». Se puede concebir, junto a Con­ rado Eggers Lan, que Filolao viviera hacia fines del siglo V y muriera en la primera o segunda década del siglo IV. Su libro lo escribió en griego jónico y más tarde fue traducido al dialecto dórico 252. Hay algo que se viene arrastrando desde Parménides como un pro­ blema grave, además de confuso, cuando él decidió que el ser es algo 'limitado’. Desde entonces lo 'ilimitado’ causa dificultades de sutileza extremada. Lo hemos visto ya, por ejemplo, en Zenón y en Anaxágo- ras. Sobre ello tiene Filolao algo que decirnos. Pero ya no serán 'prin­ cipios’, aunque así los denomina todavía Aecio, siguiendo probable­ mente a Teofrasto: «el pitagórico Filolao dice que los principios son el límite (to 7rsp<?<;) y lo ilimitado (to áxeípov)» Según el pitagórico hay una acción, la de armonizar, la de componer armónicamente «co­ sas ilimitadas y cosas limitantes (¿c «Trsípov ts xai 7:spatvóvTo)v)> en un cosmos, tanto en su conjunto como en lo que en él existe 254. No es que las cosas limitantes al armonizarse con las ilimitadas las li­ miten y todo quede ya bien. Veámoslo con palabras que proceden de los fragmentos propios de Filolao: «Es forzoso que las cosas existentes zá eóvta sean todas limitantes o ilimitadas, o bien tanto limitantes como ilimitadas (r¡ Trspaívovra vj dfaei pa 9¡ Tcepatvovia xe xoci afaeipa); no podría haber sólo cosas ilimitadas ni sólo cosas limitantes. Puesto que es manifiesto que las cosas exis­ tentes no constan de cosas todas limitantes ni de cosas todas ilimita­ das, es evidente que el cosmos y las cosas que hay en él han sido compuestas armoniosamente !Oüvappy0T|), con cosas limitantes y cosas ilimitadas. Esto lo demuestra también lo que sucede en los hechos év toic Ipyok;), En efecto, aquellos hechos que provienen de cosas limitantes son también limitantes, pero los hechos que provienen de cosas limitantes como de cosas ilimitadas son limitantes y no limitan­ tes, y los que provienen de cosas ilimitadas aparecen como ilimita­ dos» 255. 251. D iógenes L aercio VIII 85, en G III 102 (DK 44 A 1). 252. Cfr. Conrado Eggers Lan en la introducción a su traducción, G III, 80. 253. A ecio I 3, 10, en G III 108 (DK 44 A 9). 254. D iógenes L aercio VIII 85, en G III 110 y 176 (DK 44 B 1). 255. E stobeo , Estrados I 21, 7a, en G III 111 y 177 (DK 44 B 2). Mírese

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