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EL NACIMIENTO DE LA CIENCIA 225 tir de las aguas que allí había, las cuales, al evaporarse, dieron lugar a los sedimentos, igual que los ríos que allí corren. Los ríos, por su parte, toman cuerpo a partir de las lluvias y de las aguas que hay den­ tro de la tierra. Esta es, en efecto, hueca y tiene agua en sus cavida­ des. El Nilo crece en verano, al volcarse hacia ól las aguas que pro­ vienen de las nieves de las zonas antárticas. El sol, la luna y todos los astros son piedras incandescentes arrastradas por el movimiento circu­ lar del éter. Hay también, más abajo de los astros, ciertos cuerpos, para nosotros invisibles, que giran junto con el sol y la luna. Del calor de los astros no nos damos cuenta por la gran distancia (que los se­ para) de la tierra. No son, sin embargo, ellos tan calientes como el sol, por cuanto tienen una región fría. La luna está más baja que el sol y se halla más próxima a nosotros. El sol sobrepasa en magnitud al Peloponeso. La luna no posee luz propia sino del sol. La revolución de los astros se cumple debajo de la tierra. La luna se eclipsa al inter­ ponerse la tierra, a veces también al hacerlo los cuerpos que están por debajo de la luna. El sol, al interponerse la luna en el novilunio, El sol y la luna dan vueltas empujados por el aire. La luna cambia mu­ chas veces de dirección por no poder dominar al frío. Este (Anaxágo- ras) fue el primero que definió lo relativo a los eclipses y a las ilumi­ naciones. Dijo que la lima es semejante a la tierra y que hay en ella llanuras y precipicios. La vía láctea es un reflejo de la luz de los as­ tros en (las regiones) no iluminadas por el sol. Las estrellas errantes surgen como chispas brotadas del movimiento del eje de la esfera. Los vientos se originan al ser enrarecido el aire por el sol y al dirigirse (las partes) calentadas hacia el polo y ser rechazadas. Los truenos y los rayos se producen por el calor que acomete a las nubes. Los terre­ motos acontecen al chocar el aire de arriba con el que está debajo de la tierra: al ser éste agitado, también se sacude la tierra que sobre él se apoya. Los animales tuvieron su comienzo en lo húmedo y, después, el uno del otro, Y nacen machos cuando el esperma segregado por las partes derechas se une con las partes izquierdas de la matriz; hem­ bras, en cambio, cuando sucede al revés» 224. En lo que resta, nos moveremos al hilo del relato de Hipólito. Res­ pecto a la forma de la tierra, Simplicio añade que la tierra es plana y en forma de tambor, sostenida por el aire que tiene debajo y al que cubre «como una tapa» sin permitir que se desplace 225. Aristóteles, a 224. H ipólito , Ref. I 8, 3-12, en A. J. C appelletti , o. c 34-35 (DK 59 A 42); se lee a trozos en G II 723, 724, 738, 742, 744, 751, 753, 757 y 771. 225. S im plicio , Del cielo 520, 28-30, en G II 725 (DK 59 A 88). Nada dice Anaxágoras de la de la relación entre la altura y el diámetro en el cilindro

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