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224 ALFONSO PEREZ DE LABORDA El 'intelecto’, por supuesto, cumple la función de ordenarlo todo con inteligencia, ¿cómo, pues, seguiría Anaxágoras denominándole 'ai­ re’? ¿No se acercará más, por el contrario, a lo divino? Así lo conside­ rará, por ejemplo, Aecio: «Anaxágoras considera que el Nous ordena­ dor es Dios» 220. Una vez impreso por el Nous el movimiento de rotación la masa infinita de homeomerías se va ordenando 'circunvalando’ unas partes a las otras. Aire y éter están relativamente separados de las otras cosas. El Nous está separado absolutamente. Las homeomerías son infinitas en cuanto a su cantidad y en cuanto al número de las cualidades. Aire y éter lo son en cuanto mayores que todas las cosas por cantidad y por magnitud. Nous lo es porque nada lo limita y 'circunvala’ al cosmos entero y al aire y al éter. El Nous «es infinito y autócrata y no se mez­ cla con cosa alguna, sino que él sólo existe por sí mismo» 221. Se sepa­ ra, pues, del cosmos, de una manera mucho más radical que el aire y el éter. Nos falta todavía por ver algo de ese acto separador provocado por el Nous dentro de la 'mezcla’ originaria: «Lo compacto, lo húmedo, lo frío y lo sombrío se juntaron allí donde está ahora (la tierra)), pero lo raro, lo caliente y lo seco se alejaron hacia la zona exterior del éter222. Con estas cosas separadas se constituye la tierra. De las nubes, en efec­ to, se separa el agua; del agua, la tierra; y de la tierra se coagulan las piedras, gracias al frío. Estas, por su parte, van más lejos que el agua» 223. Con la continuación del texto de San Hipólito copiado más arriba, vamos a hacernos una idea precisa de cómo entendía Anaxágoras el con­ junto de cielo y tierra; «La tierra es plana en su forma y sigue siendo un meteoro a causa de su tamaño, porque el vacío no existe y el aire, que es muy fuerte, la sostiene. Sobre las partes húmedas de la tierra se formó el mar a par- 220. A ecio I, 7, 15, en A. J. C a p p e lle tti, o . c ., 40 (DK 59 A 48). Eggers Lan traduce así: «Anaxágoras dice que el dios es un intelecto creador del mundo». El original reza así: ’A. voOv xoo[xoroióv xóv Oeóv. 221. E n DK 59 B 12, cita d o en la n o ta 211. 222. S implicio , F ís. 179, 3, en A. J. C appelletti , o . c ., 152, en G II 722 y 850 (DK 59 B 15). 223. S im p licio , F ís . 155, 21, en A. J. C a p p e lle tti, o . c ., 152, en G II 851 (DK 59 B 16).

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