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168 ALFONSO PEREZ DE LABORDA veces. Y, sin embargo, el contexto de pensamiento va a cambiar de manera radical, como vamos a ver al punto. E1 centro va a ser ahora el hombre, en cuanto que es él quien se pregunta (y lo sabe explícita­ mente) y en cuanto es él el punto central de la naturaleza. Se podría, quizá, decir que con ellos entra en nuestra historia el principio antrò­ pico . I I Adentrarse en el estudio de los presocráticos es acceder a un mun­ do de infinita complicación 9. De sus escritos queda poco, a veces algu­ nos fragmentos sueltos. De autores posteriores, quizá muy posteriores, tenemos noticias sobre ellos. El primero de estos autores es Aristóte­ les, quien gustaba de hacer siempre una historia del estado de la cues­ tión. Pero, claro está, siempre lo hacía — ¿por qué, si no, se hubiera interesado en ellos?— desde su 'punto de vista', el cual no es neutro, por supuesto (¿cabría la objetividad de un punto de vista neutro?). Por eso, en el instante mismo en que nos topamos con Tales de Mileto, encontramos un problema: Aristóteles habla de principio, 'ipXrj en grie­ go, pero lo hace en un contexto de depurada filosofía, que, evidente­ mente, no era el caso de Tales 10. Tales} dice la tradición que aprendiéndolo de los egipcios11, afirmó que el principio de todas las cosas es el agua. Tal vez — dice Aristóte­ les— llegó a esta concepción al observar que lo húmero está presente en todo lo que es vivo, lo que es alimento, lo que es semilla, y que es el agua principio de lo húmedo. No estamos todavía muy lejos del pen- 9. Tenemos dos magníficas ediciones de los textos presocráticos: la dirigi­ da por Conrado Eggers Lan en tres volúmenes de la Biblioteca Clásica Gredos (Madrid 1978-1980), que citaré con la letra G seguida en números romanos del volumen y del número del fragmento (asi, G I 339, significa el volumen pri­ mero de esta edición, fragmento 339): la traducción por Jesús García Fernán­ dez de G. S. K ir k - J. E. R a ven , L o s filósofos presocráticos (Madrid 1974), que citaré por K R , seguida del número. En los casos en que exista citaré la nu­ meración de H e rm á n n D ie l s - W a lth e r K r a n z , Die Fragmente der Vorsokra- tiker, 3 volúmenes (Dublín-Zurich 1971), por la manera en que ya es habitual, con las siglas DK. 10. A ristóteles , Met. 983b, en G I 18 (DK 11 A 12). 11. Así, por ejemplo, P lutarco en KR 70 (DK 11 A 11), G I 5 dice sólo «principio» y no «principio y génesis», no sé por qué razón.

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