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EL NACIMIENTO DE LA CIENCIA 207 el origen causal de las cosas salen el universo entero de las cosas, uni­ verso ordenado, bien ordenado, en un cosmos. Además de los 'físicos’ aparecieron quienes pensaron que 'todo es número’, dando importan­ cia decisiva a la aritmética y a la geometría, aunque no fuera más que in nuce, como series de números en los que se puede encontrar un or­ denamiento que los constituye al pasar de uno al siguiente y que sirve para encontrar la suma de los términos. De esta manera apareció entre los números un inmenso conjunto de relaciones, generadoras, además, de relaciones entre las cosas de la 'física’. Apareció, lo acabo de decir, la 'lógica’ de lo ente, y esa inmensa sutileza de que razonando, con tal de que sea razonando bien y montados en premisas seguras, se desvela la verdad de las cosas, del cosmos. Surgió ante nosotros, finalmente, algo que estaba ya en filigrana en todos los pensadores presocráticos: el pensamiento sobre el espacio (si es que nos sirve esta palabra nuestra para expresar lo que los pre­ socráticos querían pensar), el pensamiento sobre el tiempo, la inmensa maraña de la divisibilidad de las magnitudes, es decir, el problema del continuo, como hoy lo llamamos. Nos salió al encuentro esta abismal problemática, porque ya antes nos había surgido la necesidad de en­ frentarnos al movimiento, si es que queríamos pasar procesualmente de los principios a la actual existencia del cosmos ordenado. Y el movi­ miento se hace en el cambio, cambio de posición, paso del tiempo. Nos había aparecido esa realidad geométrica que es la magnitud, divisible hasta llegar a alguna unidad, que ésta es ya indivisible. Pero, lo vimos pronto, la indivisibilidad en geometría no tiene sentido. Sí lo tiene en cambio la indivisibilidad en aritmética, si se toman en consideración los únicos números que son 'físicos’, es decir, 'naturales’: los números enteros; más aún si consideramos que las relaciones entre ellos son ya relaciones físicas entre objetos físicos, si toda aritmética es la base de cualquier geometría y, sobre todo, es la esencia misma de la 'física’. Pero al llegar aquí nos hemos encontrado con ese ejercicio pasmoso de pensamiento que es la inmensa aporía, continuada, sin dejar respiro alguno al enemigo hasta conducirle al desánimo, a la derrota, a la per­ plejidad, que son los argumentos de Zenón. Si hubiera que resumir en tres palabras todo lo que hasta este momento hemos pensado con los presocráticos y que nos van a legar una problemática de la que aún no hemos sido capaces de desenredarnos por entero, estas podrían ser: 'logos’, 'lo ente’, 'uno y múltiple’. Las relaciones entre la 'lógica’ y la

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