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164 ALFONSO PEREZ DE LABORDA visible no les sirve a los presocráticos de disparadero para escapar de él con rapidez, para echarse a volar por lo invisible. Por lo que el presocrático se pregunta es por lo que ve, por lo que tiene ante los ojos, ante los oídos, ante los sentidos. Su experiencia es ésta, bien visible. Pero, para preguntarse por esto que ve, no se asusta de irse hacia lo que no ve, como no sea con los ojos de la inteligencia, hasta el punto de que sea eso que no se ve la verdadera realidad, la rea lidad última de lo que se ve. Para decirlo rápido, los enemigos principales de los presocráticos son de dos suertes: por un lado, los experimentados astrónomos babi lonios y los agrimensores egipcios; por otro lado, los mitólogos como Hesíodo. Mircea Eliade 1 pone a nuestro alcance numerosos mitos de la crea ción del mundo, que nos van a servir de introducción a Hesíodo, y por él a los presocráticos. Distingue varios tipos de estos mitos cosmogó nicos. En el primero de esos tipos el dios supremo hace surgir al mun do de la nada: «El hacedor de la tierra empezó a pensar de nuevo. Y pensó: 'Es así; cuando deseo una cosa, se hará como yo deseo, del mismo modo que mis lágrimas se han convertido en mares'. Así pensó. Y deseó la luz, y se hizo la luz. Y pensó luego: 'Es como me suponía; las cosas que he deseado han empezado a existir tal como yo quería’. Pensó entonces y deseó que existiera la tierra, y la tierra empezó a existir» 2. El segundo de los tipos de creación hace surgir el mundo de un bu- ceador que lo saca de las aguas. Las creencias de los indios maidus de California son extraordinarias: «En el principio no había sol ni luna ni estrellas. Todo estaba oscuro, y no había nada más que agua por todas partes. Flotando sobre el agua llegó una balsa» 3. En ella están Tortu ga y Padre de la Sociedad Secreta. Cae del cielo una cuerda de plumas y por ella desciende Iniciado de la Tierra, quien, tras atar el extremo de la cuerda a la balsa, se quedó en ella. Tortuga, después de largo si lencio le pide que le consiga algo de tierra seca para que pueda salir de vez encuando del agua. Sujeta a Tortuga con una cuerda que encuen- 1. Mircea Eliade, Historia de las creencias y de las ideas religiosas, vol. IV, Las religiones en sus textos , Madrid 1980, 95-162. 2. Relato de los indios winnebagos de Wisconsin, recogido por Paul Radin, en M. Eliade, o . c ., 95. 3. En M. Eliade, o . c ., 100-101.
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