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EL NACIMIENTO DE LA CIENCIA 173 dro ha puesto las bases para que luego su infinito no sea considerado más que como una mezcla en lo inextricable. También desde ahí es des­ de donde, supuestos elementos, en esa infinitud primordial habrá de darse la consideración de los 'intermedios’, pues ni es un elemento ni otro, sino algo que está entre ambos, conteniéndolos a los dos, pues en el principio estaba todo contenido en lo indiferenciado incluso como elemento25. No digo, por supuesto, que ni el intermedio ni la mezcla ni el ser aparezcan de la mano de Anaximandro, sino que su concep­ ción de lo infinito como principio nos lleva de la mano a problemas que se habrán de resolver. La madeja, pues, se nos comienza a hacer mucho más complicada porque el horizonte se nos ha abierto. Separación pide movimiento, claro es, además de un proceso tem­ poral, en donde se deba hablar de una ordenación del tiempo26;' lo re­ coge Simplicio en un texto que toman por original de Anaximandro, aunque en éste sea una intención poética para decirnos que hay esa di­ ferenciación separadora de los contrarios en la que un momento pre­ valece uno —el día, la luz, el verano— y luego debe dejar paso al otro — la noche, la tiniebla, el invierno— . Así nos explica esto mismo San Hipólito: Anaximandro «habla del tiempo como si delimitara la gene­ ración, la existencia y la destrucción» 27. La tradición supone que Anaximandro conocía muchas cosas de as­ tronomía, tales como el gnomon y el reloj de sol, los solsticios y equi- nocios28, incluso la oblicuidad del Zodíaco29. Esto no es posible, pues- 25. La palabra griega ’intermedio' es unas veces [ieTa£ü y otras |iéoov. Véase A r is t ó t e le s , Física 189b, 203a, 205a, Del Cielo 303b, Met. 989a, 988a, De gen. 328b, 332a y Fís. 187a, en G I 106, 107, 109-115, respectivamente. Sólo el último menciona a Anaximandro, sin embargo. La 'mezcla' jii-ma nos apa­ rece en el último de los textos citados (DK 12 A 16); cfr. Met. 1069b, en G I 120 . 26. Kaxd T7jv toO y & óvoo xá£tv, S im plicio , Física 24, 13, en G I 128 (DK 12 B). 27. H ipólito , Ref. I, 6, 1, en G I 140 (DK 12 A 11). 28. Cfr. D iógenes L aercio y S uda , en G I 150 y 151 (DK 12 A 1 y 2). El gnomon es un palito que sirve para medir la altura del sol mediante la som­ bra que hace. Cada día, la sombra más corta señala el mediodía. Cada año, la sombra de mediodía más corta señala el solsticio de verano y la más larga el de invierno. Hasta aquí no es necesaria otra cosa que la observación; para cualquier otra cosa, es necesaria una teoría astronómica, incluso para la sim­ ple cuestión de graduar el reloj de sol y orientar la dirección del gnomon. Cfr. árpád S zabó y E rkka M aula , Les débuts de l’astronomie, de la géographie et de la trigonométrie chez les grecs, París 1986, 25-37; el original alemán es de 1982. 29. Cfr. P lin io , Historia natural, II, 31, en G I 152 (DK 12 A 5). El Zodíaco y su división en doce partes lo pudieron tomar ya entonces los griegos de los babilonios, pero no la oblicuidad, es decir, ia eclíptica. El Zodíaco marca, 2

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