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El nacimiento de la ciencia: los filósofos presocráticos i Ni la observación astronómica ni las realizaciones de la técnica ni la exactitud de las mediciones nacieron con los griegos. Con ellos nació, quizá, algo que es enteramente sutil, casi una inexistencia, pues nació una manera de pensar que buscaba aquello que está por debajo de lo visible, siendo, allí, exactitud; siendo, allí, explicación escondida de aquello que tiene explicación, si es que alguno se empeña en buscar las razones de lo que se nos aparece ante los sentidos. No es, sin em­ bargo, un correr fuera de sí para buscar en otro lugar, en otros mun­ dos, en otras realidades más profundas, aquello que es el interés pro­ fundo y definitivo. Lo que los filósofos presocráticos buscan es, clara­ mente, lo de 'aquí', aunque para encontrarlo deban irse hasta 'allí’. Hemos de ver el juego inmensamente sutil entre lo visible y lo in­ visible en el que se realiza todo el pensamiento presocrático —al menos mirado desde el punto de vista del historiador de las ciencias— , pero seremos capaces de contemplar ese juego siempre que tengamos por cierto que lo 'invisible’ no es un escape de lo Visible’ ; un escapar de éste para irse lejos, hacia lugares recónditos, lugares en donde se da el juego verdadero de las cosas que de verdad nos interesan. No, en los presocráticos no se da esa huida hacia adelante. Lo que ellos buscan es la verdadera realidad de lo visible, por más que encuentren esa ver­ dadera realidad en algo que es invisible para quien no sea capaz de mi­ rar las cosas bien, con perspicacia, con detenimiento, con inteligencia. No hay en ellos una substitución de eso que vemos por otras realida­ des más importantes, más espirituales a lo mejor, más meramente me­ tafísicas (si es que podemos utilizar desde el comienzo esta palabra). Lo

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