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102 JOSE LUIS LARRABE sacerdocio: de ayer y de hoy. Y luego el autor habla, una y otra vez (pp. 15-16), del sacerdocio «cristiano», subrayando que ha de tener esas mismas características; pero no especifica a qué grado (ministerial o bautismal) de sacerdocio se refiere, por lo que se presta a confusión o indeterminación. El autor pone como «condición determinante para llegar al sacerdo­ cio: hacerse en todo semejante a sus hermanos» (p. 16). Y la explica­ ción que da es ésta: «La condición se hacerse semejante en todo, asimi­ larse totalmente a los hombres»; y añade: «Al decir [el autor de la Carta a los Hebreos] que esta semejanza ha de ser kata panta, es decir, en todo, exige asumir de verdad y enteramente la condición humana en todas sus consecuencias» (p. 16): referencia al dolor y a la muerte, sobre todo (pp. 16-17). No, pues, la «separación del sacerdote, propia del AT, sino que sea enteramente semejante a los hombres» (p. 17); asimismo, «el concep­ to de separación y de casta ya no pertenecen al sacerdocio cristiano» añade en la p. 18. «No se requiere la separación antigua, se insiste, sino todo lo contrario: la participación en la existencia real de los hom­ bres» (p. 18). Excelente, a renglón seguido, la exposición de la kénosis o humil­ dad de la encarnación en que ha de participar el sacerdote solidaria­ mente con los hombres al modo de Cristo (pp. 18-19). Asimismo, al hablar de las cualidades del sacerdote: que sea misericordioso y fiel. Misericordioso, como en Mateo 5, 7 (los dos sitios en que aparece esta palabra en el NT) «expresa la compasión humana hacia los hombres... como Cristo» (p. 19), sin perder por ello la fidelidad a Dios (p. 20): la armonía entre ambas fidelidades se explica muy bien en las pp. 20-21. Efectivamente, el objetivo a que apunta el sacerdocio es la expia­ ción de los pecados, según esta Carta a los Hebreos; y que «expiar» no es tanto una acción orientada a «cambiar a Dios», sino una acción que se dirige al hombre para que sea éste, pecador, el que cambie y así sea aceptado por Dios (p. 20). «Para ser cura, termina muy bien esta parte del libro, hay que tener una enorme compasión humana y una enorme experiencia de Dios» (p. 22).

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