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90 JESUS ALONSO GUERRERO con respecto al Padre por la unidad de conocimiento y amor entre ambos; doxológica e indirectamente aparece la unidad de Jesús con el Hijo eterno»131. Estas afirmaciones están animadas por una doble intención teológi- co-pastoral: mantener el misterio de Dios como misterio incluso des­ pués de la aparición de Jesús y mantener la complementariedad de aspectos en Jesús para nuestra relación con el Padre. Como sacramento y revelador, Jesús nos hace saber del Padre. Como Hijo, nos enseña a corresponder al Padre. 5. Dios trinitario El círculo hermenéutico de la teología de la liberación es trinitario. La reflexión sobre Jesús sólo puede hacerse trinitariamente, por ello es a la vez teológica, cristológica y pneumatológica. Es teológica, porque Jesús es impensable sin relación al Padre y a su reino. Es cristológica, porque afirma que en Jesús se ha revelado el Hijo de Dios. Es pneuma­ tológica, porque sostiene que sólo dentro de una vida según el Espíritu se la puede captar como Hijo y acceder al Padre. Para el NT, Dios no puede ser pensado sin Jesús y Jesús no puede ser entendido sin su esencial referencia a Dios. Ese Dios se hace presente en Jesús como nueva fuerza interior (exousía, dínamis). Jesús no habla mucho del Es­ píritu, pero aparece poseído por el Espíritu y enviado por El a anunciar la buena noticia a los pobres. Tal fuerza es suya, muestra quién es él y es comunicable a otros, dando vida a través de la curación de las enfer­ medades y de las posesiones diabólicas. Con la resurrección se realiza de modo estricto y sistemático la estructura trinitaria de la salvación y, por ello, de la experiencia de la realidad de Dios. El Jesús que efectuó durante su vida una práctica de liberación, ha sido resucitado por el Padre. El Dios cercano a los hom­ bres se hace interior a ellos en el Espíritu. Los testigos de la resurrec­ ción se sienten transformados desde adentro como personas (hombres y mujeres nuevos) y como colectividad (nuevo pueblo de Dios). La sal­ vación esperada se hace realidad. Esta experiencia de salvación lleva a la superación del monoteísmo: «esa experimentada salvación es la que 131 . Ibid.

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