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JESUCRISTO, SALVADOR Y LIBERADOR 85 de resaltar la peculiaridad de Jesús, fuese la de asociarle con el hijo del hombre que aparecía en la parusía. La unidad funcional del Jesús y el hijo del hombre antes de pascua se torna ahora unidad personal » 111. La idea de exaltación recalca el señorío de Jesús sobre el presente. Jesús es el que está sentado a la derecha de Dios Padre. La teología paulina expresa la peculiar relación de Jesús con Dios con los títulos de Señor e Hijo de Dios. Jesús tiene el señorío, lo cual es típico de Dios. Para Pablo, el envío del Hijo por parte del Padre realiza la reconciliación de los hombres con Dios. Jesús es el Hijo querido (Gál 2, 20; Rom 5, 8. 10), que ejecuta la obra de la salvación. La otra forma de reflexionar sobre la persona de Jesús es la teologización de acontecimientos que se expresa en dos formas: una según la cual Jesús se hace Hijo a partir de un momento de su vida (Bautismo, Resurrección) y otra preexistencial según la cual la unión de Jesús y Dios es «desde siempre». Aunque la aplicación a sí mismo del título de Hijo de Dios es im­ probable, Jesús mostró una conciencia de su especial relación con Dios. A Dios estaba ligada la venida del reino y él mismo se sentía unido de modo especial con el Padre. Después de la resurrección, se inicia la reflexión sobre esta única e irrepetible relación. La reflexión sobre la filiación de Cristo fue progresiva y no surgió de una consideración abstracta y esencialista de la divinidad, ni de una aplicación directa de la divinidad a Cristo, sino que emerge en relación con la vida, muerte y resurrección de Jesús: «Jesús es identificado como ‘hijo de Dios’ no en virtud de un principio preestablecido, como si ya poseyéramos ins­ tintivamente la medida de lo que es divino, sino sobre el fundamento de su palabra (la promesa del reino de Dios), de su acción (los signos que anticipan ese reino), de su resurrección (su victoria sobre la muerte que ratifica su lucha profètica)»118. La reflexión creyente relaciona la filiación de Jesús con aconteci­ mientos de su historia. Inicialmente, el acontecimiento privilegiado que muestra la filiación es la resurrección. Por ella, Jesús es constituido Hijo de Dios en plena fuerza (cf. Rom 1, 1). Posteriormente, la filiación se retrotrae a otros acontecimientos: bautismo, transfiguración, concep­ ción y nacimiento. Estas incipientes reflexiones sobre la peculiar relación de Jesús con el Padre tienen un doble interés: el histórico de relacionar 117. CAL 203. 118. C. D ü QUOC, citado por Sobrino en JAL 45-46.

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