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82 JESUS ALONSO GUERRERO reconocen como el hermano mayor. Por ello podrán tener el coraje de esperar su propia resurrección y podrán tener ánimo ya en la histo­ ria»110. La resurrección es, además, esperanza para todos los hombres. La resurrección se convierte en símbolo universal de esperanza en la medida que la muerte de todo hombre tenga la calidad de crucifixión: «Cuando la muerte propia no es sólo producto de las limitaciones bio­ lógicas ni del desgaste que produce mantener la propia vida, sino cuan­ do es producto de entrega por amor a los otros y a lo que en los otros hay de desvalido, pobre, indefenso, producto de la injusticia, entonces existe una analogía entre esa vida y esa muerte y la vida y la muerte de Jesús. Entonces... se participa también en la esperanza de la resurrec­ ción. La comunidad de vida y destino de Jesús es lo que da esperanza de que se realice también en nosotros lo que se realizó en Jesús»111. Fuera de este morir-por-los-otros del crucificado, la resurrección sólo apunta a una posibilidad de supervivencia que puede ser tanto salva­ ción como condenación. Sólo la participación en la crucifixión nos da la esperanza de una supervivencia salvífica. La resurrección significa el triunfo de la esperanza a pesar de que la situación pecaminosa incite a la resignación y a la desesperación. Cuando se espera, realmente se está convencido de que es más real el bien que el mal, la gracia que el pecado. Esperar es creer que, a pesar de todo, el futuro está de parte de la justicia. El lugar para anunciar cristianamente la resurrección de Jesús es la cruz de Jesús y las cruces de los pobres. Cuando la Iglesia está junto al crucificado y a los crucifi­ cados, sabe cómo hablar del resucitado, cómo suscitar la esperanza y cómo hacer para que los cristianos vivan como resucitados en la histo­ ria: «Desde los crucificados de la historia, sin pactar con sus cruces, es donde hay que anunciar la resurrección de Jesús. En ellos está hoy presente Jesús; en el servicio a ellos se hace hoy presente el señorío de Jesús; en la tozudez de no pactar con sus cruces y buscar siempre la liberación de esas cruces se hace presente in actu y a la manera histórica la esperanza inconmovible»112. 110. JAL 239-240. 111. JAL 241. 112. JAL 249-250.

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