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JESUCRISTO, SALVADOR Y LIBERADOR 81 La resurrección de Jesús es presentada como respuesta de Dios a la acción injusta y criminal de los hombres. Por ello, por ser respuesta, la acción de Dios se comprende manteniendo la acción de los hombres que origina esa respuesta: asesinar al justo. Planteada de esta forma la resurrección de Jesús muestra en directo el triunfo de la justicia sobre la injusticia; no es simplemente el triunfo de la omnipotencia de Dios, sino de la justicia de Dios, aunque para mostrar esa justicia Dios ponga un acto de poder. La resurrección se convierte así en buena noticia, cuyo contenido central es que una vez, y en plenitud, la justicia ha triunfado sobre la injusticia, la víctima sobre el verdugo»108. La Resu­ rrección muestra que Dios aprueba la actitud proexistencial de Jesús y desaprueba la actitud supraexistencial y contraexistencial de sus oposi­ tores. La resurrección significa que vivir como Jesús vale la pena. Dios aprueba a los que prosiguen la práctica de Jesús y desaprueba a los que «aquí» y «ahora» prolongan las prácticas de los opositores de Jesús. El escándalo primario de la historia no es la muerte futura del indi­ viduo, sino la muerte presente de colectividades enteras producida por la miseria y la injusticia. Y lo escandaloso no es simplemente la muerte sino la muerte del inocente. La resurrección nos pregunta si estamos del lado de las víctimas o de los verdugos. La lucha contra las formas históricas de muerte es la mediación cristiana para superar la propia resurrección: «Aquel para quien su propia muerte sea el escándalo fun­ damental y la esperanza de supervivencia su mayor problema, no tendrá una esperanza cristiana, ni nacida de la resurrección de Jesús... Aquello que descentra nuestra esperanza para hacerla en verdad esperanza cris­ tiana es tomar como absolutamente escandalosa la muerte actual de los crucificados, con la que no se puede pactar, ni de la que se debe hacer algo en último término secundario para la propia persona en virtud de la esperanza de la propia resurrección»109. La resurrección de Jesús es esperanza, en primer lugar, para los crucificados de la historia. Dios ha resucitado a un crucificado suscitan­ do así una esperanza para los crucificados de la historia: «Dios resucitó a un crucificado, y desde entonces hay esperanza para los crucificados de la historia. Estos pueden ver en Jesús resucitado al primogénito de entre los muertos, porque en verdad y no sólo intencionalmente lo 108. JAL 237. 109. JAL 239. 6

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