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JESUCRISTO, SALVADOR Y LIBERADOR 79 por lo posible y una esperanza contra toda esperanza nos hace com­ prender la resurrección de Jesús. Pero esta esperanza posibilitante de la comprensión de la resurrección sólo surge, cuando nos hacemos la pregunta por la justicia en un mundo irredento como en la apocalíptica: «no basta la mera esperanza antropológica si no es concretada teológi­ camente, es decir, si no surge en medio de la pregunta por el poder de Dios sobre la injusticia. Esta última concreción se da en la cristología: la resurrección es captada en esperanza si a su vez desencadena una esperanza, pues el que resucita no es otro que el crucificado»104. La resurrección no se capta sólo desde la apocalíptica sino desde el hori­ zonte de la cruz de Jesús. Sin pensamiento utópico no hay comprensión de la resurrección, pero el lugar de este pensamiento es la cruz de Jesús y las cruces de la historia. La segunda condición para comprender la resurrección es la capta­ ción de la historia como promesa. Captar la realidad como histórica no es tanto captar la temporalidad y lo inacabado de la historia, sino captar el futuro como promesa. Y captar la resurrección como historia es captarla como promesa definitiva de Dios. Porque la resurrección no es una posibilidad en el mundo y en la historia sino para el mundo y para la historia, no puede ser captada ensanchando una concepción de historia. La resurrección es una acontecimiento que pertenece al futuro, que funda una esperanza universal capaz de renovar el mundo y por ello va ligada al riesgo de la fe. Lo que es históricamente constatable es la persona del crucificado, el lugar y el tiempo de la experiencia de las apariciones y la credibilidad de los discípulos. Pero la realidad misma de la resurrección no es comprobable históricamente. La captación de la resurrección trasciende el futuro histórico. Captar la historia como promesa es captar la misión que desencadena: «No hay que decir que la resurrección es ‘histórica’ porque ha acontecido en la historia, sino hay que decir que es histórica porque funda historia en la que se puede y se debe vivir, pues señala el cauce al acontecer del futuro. La resu­ rrección de Cristo es histórica porque abre un futuro escatológico»105. Por último, sólo se comprende adecuadamente la resurrección desde una práctica de liberación al estilo de Jesús. Que la resurrección sea desencadenadora de historia sólo se comprende desencadenando historia 104. CAL 184. 105. J. M o ltm an n , citado en CAL 189.

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