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78 JESUS ALONSO GUERRERO salvación, porque expresan la última voluntad salvífíca de Dios, al expresarla la hacen real, y al expresarla en la muerte de Cristo la hacen humanamente creíble; 5 ) Esa salvación no es sólo perdón de los pecados, sino renovación de la vida, introducción del hombre en la misma vida de Dios y en el actual señorío de Cristo». 3. El resucitado Si el Jesús histórico es el punto de partida de la cristología, su punto de llegada es el Cristo resucitado. La Resurrección es la confir­ mación de la verdad de la vida de Jesús y de la verdad última de su persona. Jesús realmente tenía razón en lo que hacía y decía y realmen­ te era el Hijo de Dios. La Resurrección significa la perpetuidad de la persona y de la causa de Jesús. La resurrección nos plantea dos pregun­ tas a responder: ¿cómo se capta la resurrección de Jesús?, ¿qué es lo que realmente sucedió en la resurrección? La primera constituye el problema hermenéutico; la segunda, el problema teológico. 3.1. Problema hermenéutico El problema hermenéutico surge de la constatación de una distancia histórica entre el acontecimiento de la resurrección y nosotros. ¿Cómo comprender el significado de la resurrección en un horizonte de com­ prensión diferente al del cristianismo primitivo?, ¿cómo entender la resurrección veinte siglos después y en una situación diferente? El pro­ blema hermenéutico se agudiza cuando se constata que, para el NT, la resurrección no es la mera reanimación de un cadáver, sino un aconte­ cimiento escatológico, es decir, aparición en la historia de la realidad final de la historia. Para entender la resurrección de Jesús, se requieren tres condicio­ nes: una esperanza radical en el futuro, una conciencia histórica que capte el sentido de la historia como promesa y una praxis de liberación a la manera de Jesús. La primera condición para comprender la resurrección de Jesús es pensar utópicamente. En el NT, la resurrección se comprende desde el horizonte apocalíptico que espera la revelación definitiva de Dios al final de la historia. Esto significa para nosostros que, sin una apertura hacia el futuro, la resurrección se nos hace ininteligible. Sólo una pasión

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