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76 JESUS ALONSO GUERRERO no aparece ni la perfección, ni la belleza ni el poder de la divinidad. Y la cruz radicaliza también el sentido de la escatologización: en términos del AT Dios es el que será acercándose en su soberanía universal. Pero en la cruz la relación Dios-poder es vista de manera distinta: Dios no es sin más aquel que tiene poder... Dios no aparece como quien tiene poder sobre lo negativo desde fuera\ en la cruz se ve sumergido dentro de lo negativo. La posible superación de lo negativo se efectúa sumer­ giéndose en los mecanismos de lo negativo»100. La cruz formula, de modo último e insospechado, la nueva relación entre Dios y la historia, entre trascendencia e inmanencia. Normalmente, accedemos a Dios desde la positividad de la existen­ cia, desde la teología natural. La cruz cuestiona este tipo de acceso a Dios. La cruz es invitación a acceder a Dios desde la negatividad del mundo, desde la justificación de Dios ante la existencia del mal en el mundo. El dolor posibilita el verdadero reconocimiento de Dios. La cruz no es respuesta a nuestras preguntas, sino desafío a preguntar de otra manera para «permanecer con Dios en la pasión» (Bonhoeffer). En América Latina, este permanecer con el dolor de Dios se articula con el permanecer con el dolor del pueblo. La cruz nos descubre a un Dios crucificado y nos concreta al Dios- Amor. El que sufre no es únicamente Jesús. También el Padre sufre. El dolor del Hijo afecta al Padre. Por amor, el Padre entrega al Hijo: «En la cruz de Jesús el mismo Dios está crucificado. El Padre sufre la muer­ te del Hijo y asume en sí todo el dolor de la historia. En esta última solidaridad con el hombre se revela como el Dios de amor, que desde lo más negativo de la historia abre un futuro y una esperanza»101. La existencia cristiana es participación en ese proceso de amor de Dios al mundo, participando así en la misma vida de Dios. Que por la cruz hemos sido salvados significa que el amor incondicional de Dios como gratuidad y posibilidad de salvación en la existencia histórica se revela en la cruz y que la culminación del ser amados por Dios consiste en capacitarnos para introducirnos en el proceso histórico de Dios mismo. No se experimenta la historia como salvación sino participando en el proceso histórico. 100. CAL 165. 101 CAL 168.

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