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JESUCRISTO, SALVADOR Y LIBERADOR 65 colectividad»75. La fe como confianza absoluta en el Padre hace com­ prensible la oración de Jesús. El segundo aspecto de la relación de Jesús con el Padre es la obediencia a su voluntad. Jesús tiene conciencia de estar cumpliendo una misión: «Esta actitud de misión recibida del Padre es tan obvia en los sinópticos que los recorre aun sin saber explí­ citamente de ella. La vida de Jesús sólo tiene sentido a partir de su conciencia de misión. Posteriormente la teología paulina explicará la existencia de Jesús como envío del Padre (Rom 8, 3; Gál 4, 4); Juan afirma lo mismo (Jn 3, 16; 1Jn 4, 9s). La carta de los Hebreos interpre­ ta ese envío como obediencia del Hijo (Heb 5, 8)»76. Existe íntima relación entre la concepción de la conciencia de Jesús y el concepto de persona. En la cristología clásica, se partía de la perso­ na entendida como autoposesión. El hombre es más persona cuando más y mejor se comprende a sí mismo. En la cristología contemporá­ nea, se parte de un concepto relacional de persona. Se entiende al hombre no a partir de su «Yo», sino a partir de los Otros. Se es más persona, cuando más se existe para los demás, cuando más se pro-exis­ te. Uno u otro concepto de persona conducen a una u otra intelección de la conciencia de Jesús: «Según el primero saber quién es Jesús su­ pondría saber lo más exactamente posible qué pensaba explícitamente él de sí mismo. Según el segundo, saber quién es Jesús supone saber a quién y cómo se entregaba»77. La CL opta por un enfoque relacional de la conciencia de Jesús basándose en una razón histórica y en otra sistemática. Históricamente, los datos evangélicos no llevan a deducir lo que Jesús pensaba exacta­ mente de sí mismo. Sistemáticamente, lo más profundo de una persona se descubre en su relacionalidad. Existimos auténticamente no impo­ niéndonos o dominando a los demás (supraexistencia), ni tratando a los otros injustamente o instrumentalizándolos (contraexistencia), sino entregándonos a ellos total y desinteresadamente (proexistencia). La vida de Jesús es toda ella proexistencial. Contrariamente al mundo de la física, su centro de gravedad estaba fuera de él mismo. Su centro de gravedad lo constituían Dios y los demás: «Su referencia al misterio de Dios hace de su vida ciertamente una ex-sistencia, una vida no centrada 75. CAL 53. 76. CAL 54. 77. CAL 55. 5

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