PS_NyG_1987v034n001p0027_0096
JESUCRISTO, SALVADOR Y LIBERADOR 53 en opresión, en pecado, en destrucción del reino. Y a la inversa, el uso opresor del poder verifica la falsa relación hacia el Dios que se acerca en gracia»48. Para Jesús, todos los hombres son pecadores, pero en grado e inten sidad diferente. Todo hombre puede ser opresor y en todo hombre se da la dualidad de opresor y oprimido, pero no en todos de la misma manera: «Todos los hombres son, pues, pecadores, pero no necesaria mente de la misma manera y con la misma gravedad. Estructuralmente más lo son los que oprimen que los oprimidos, aunque estos tengan también su propia pecaminosidad, puedan convertirse en opresores o lo sean también en otras áreas que no sean las de la opresión fundamen tal que da muerte»49. Hay que añadir que se peca no sólo por acción sino por omisión. Quienes por no complicarse la vida prefieren dejar que la máquina de fabricar pobres siga funcionando, se convierten en cómplices de la situación de injusticia. No sólo es pecado explotar, sino también dejar y dejarse explotar. 4.4. La ley del reino Jesús vive y propone la práctica del amor como ley de vida en el reino. Este amor está revestido de las siguientes características: 1) su destinatario privilegiado es todo necesitado sea éste creyente o no (cf. Mt 25, 31-46); 2) se mide por la objetividad de lo que se hace y no por la intención o justificación a priori de quien lo hace (cf. la parábola del buen samaritano); 3) en el amor al hombre se corresponde al reino que se acerca y al amor de Dios al hombre50. 4.5. Práctica y Persona La CL no se detiene en la práctica de Jesús sino que, a través de ella, avanza hacia su persona. La práctica no es sólo manifestación de una causa sino manifestación de la persona. La práctica de Jesús es el lugar de mayor densidad metafísica de su persona. La persona de Jesús, en lo que tiene de más íntimo, no es un producto mecánico de
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz