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JESUCRISTO, SALVADOR Y LIBERADOR 47 la soberanía real de Dios ejerciéndose in actu , en primer lugar en con traste con la soberanía del rey terreno, y luego también en contraste con toda soberanía en el cielo y en la tierra. La característica principal de este reino divino es que Dios realiza el ideal regio de justicia»37. Se trata, en resumidas cuentas, de que la historia de determinado pueblo sea como Dios quiere. Dios no es una mera idea situada fuera del tiempo y del espacio, sino alguien que entra en los avatares de la histo ria humana. El sumario teológico de Me 1, 15 explícita adecuadamente el hori zonte último de Jesús y sus consecuencias: «se ha cumplido el plazo, ya llega el reino de Dios. Enmendaos y creed en la Buena Noticia». Se cumple una vieja esperanza. Lo que parecía irrealizable (utopía) se co mienza a realizar (topía). La novedad de Jesús no consistió en recoger las expectativas y esperanzas de su pueblo sino en convertir la expecta tiva del reino de Dios que llega en la perspectiva decisiva. Las expectativas judías tenían una doble formulación: la profètica y la apocalíptica. Lo típico de la profecía es el esbozo de un futuro que será simultáneamente juicio y liberación. En una situación histórica marcada por la opresión, los profetas anuncian la posibilidad de la liberación. La pobreza no es sólo una injusticia sino un pecado contra Dios, un desconocimiento de Dios. Lo típico de la apocalíptica es ver la implantación definitiva del reino como fin de la historia. Su núcleo es el mismo de la profecía, aunque revestido de otro ropaje conceptual (resurrección de los muertos, radical transformación de los eones, etc.). Aunque el inocente sufra y al injusto le vaya bien, se debe continuar esperando la justicia de Dios. Tanto la concepción profètica como la apocalíptica están presentes en Jesús. En cuanto a la espera de la inmi nencia del fin y a la transformación de la realidad, Jesús se mueve en el ambiente apocalítico. En cuanto a la forma concreta del reino y de correspondencia a esa cercanía, Jesús sigue la línea profètica. El reino tiene las siguientes características: no es una mera prolon gación de las posibilidades del hombre, irrumpe como gracia y su efec to transformador abarca la interioridad humana y las relaciones inter humanas. El reino de Dios supera la dualidad entre lo personal y lo estructural, entre ética individual y ética social. La llegada del reino implica cambio (conversión) de la persona y del mundo de la persona. 37. J. JEREMÍAS, citado por Sobrino en JAL 139.
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