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LA REFORMA DE LOS ESTUDIOS FILOSOFICOS.. 23 lógica, metafísica y doctrina física del P. Fortunato de Brescia; la del P. Francisco Jacquier: la lógica, metafísica y física general y particular, y la astronomía del abate Jaime Tallingon; los principios de astronomía newtoniana del filósofo D. Pedro Sigorgne; un nuevo cálculo que traba­ jó sobre la teoría de las fuerzas centrales, y un tratado a que dio el nombre de atmidología, siendo su objeto los diferentes géneros de ai­ res, fixo, nitroso, inflamable, deflogisticado y demás: sobre los cuales ofreció explicar las observaciones del célebre inglés Joseph Priestley, siendo el primero que propuso conclusiones sobre dicho asunto en aquella universidad. Y, para más adelantarse en aquel ramo de física, construyó a sus expensas una máquina para extraer aquellos aires. Y, conociendo también que la electricidad formaba un otro ramo de física, construyó otra máquina eléctrica con que poder mejor examinar los fenómenos...»12. Esa minuta de proezas científicas caía muy dentro de la tradición valenciana, y, aunque, en tales testimonios pro vita sua, pudieran los aspirantes exagerar y aumentar no poco el volumen de los propios méritos, habla muy alto en favor de la tesis del consejero Nava, antes expuesta, como también, de la calidad de los sujetos que opositaban para enseñar en los Reales Estudios. La polémica finisecular en torno al derecho natural y sus cátedras En 1792 continuaba en tela de juicio la conveniencia de enseñar el derecho natural y de gentes, cátedra con tanto entusiasmo establecida por los reformistas de 1770. De ella escribiría Jovellanos que era insepa­ rable de la enseñanza de la ética, «pues, en rigor, las dos forman una sola ciencia»13. Hallábase España bajo el breve ministerio de Aranda y continuaba en pie la política de Floridablanca de acordonar el Pirineo, para impedir el influjo de los revolucionarios de París, guillotinadores de su rey. Sin duda, veíase en los autores más leídos sobre derecho natural, un filtro imperceptible, pero muy eficaz, de las ideas que ha­ bían deslizado insensiblemente el país vecino hasta los desmanes que aun horrorizaban al nuestro. 12. Ibid. 13. Obras..., BAE, t. 51, p. 145. Lo afirmaba el 17 de diciembre de 1795, ya suprimidas las cátedras de aquella disciplina.

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