PS_NyG_1986v033n003p0519_0555

EL CONCEPTO DE SABER EN LA PRIMERA.. 553 manera puede ser superado el dualismo de naturaleza y espíritu, yo y no-yo, y ser llevados a su identidad absoluta, en cuanto formas dife­ renciadas de la idea, la cual se expone en una conexión racional como sistema completo en sí mismo y fundamentado en sí mismo. 5. Conclusión En Creer y Saber Hegel ha llevado a cabo su primera discusión sistemática con las filosofías de la reflexión de la subjetividad en la completud de sus formas. Kant representa la subjetividad objetiva, Jacobi, la subjetividad subjetiva y Fichte, la síntesis de subjetividad objetiva y subjetiva. En Kant lo primero es el pensar, lo infinito, la forma conceptual de la objetividad. La oposición absoluta entre el pensar y el ser, es decir, entre el pensar formal y el contenido finito, permanece en el sujeto cognoscente de una manera inconsciente, sin que llegue a ser objetiva para el conocimiento. En Jacobi, lo primero es la conciencia de la oposición, puesto que lo dado es desde el primer momento algo positivo y presente. Esta oposición se transfiere del conocer a la fe, donde se representa como resuelta. En este paso entre ambos polos hay un medio completamente subjetivo, que es la año­ ranza y el dolor. La identidad de lo universal y lo particular se pre­ senta en la interioridad singular del individuo bajo la forma de una tensión entre el objeto eterno de la añoranza y la certeza primera de lo temporal. Fichte ha sintentizado esta añoranza con la objetividad kantiana, sin que ambas formas opuestas se resuelvan en una verda­ dera identidad y se produzca un medio absoluto. Más bien, ha llevado la unificación subjetiva en la individualidad de Jacobi a la forma obje­ tiva de Kant (cf. GuW, 263, 266, 271, 387). Esta síntesis de extremos absolutos se configura a su vez como otro extremo, pues los términos no se ponen recíprocamente en relación, de suerte que en su ser-refe­ rido se capte «el medio absoluto» como compleción de los opuestos. Fichte ha extrapolado a lo infinito la subjetividad de la añoranza, como algo meramente pensado y como exigencia absoluta. De ahí que su sistema culmine en: yo debe ser igual a no-yo. Este deber ser nunca puede realizarse, por cuanto el no-yo llegaría a ser «yo» y así, el yo suprimiría lo que él mismo ha puesto y, en consecuencia, dejaría de ser «yo» como principio filosófico. Según esto, el significado del de­ ber ser se reduce a un «querer» y ello da razón de su nihilismo: el «Sollen» es una nada que se perpetúa como «Wolíen» en una infini­ tud que no se alcanza (cf. GuW, 396, 399).

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz