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EL CONCEPTO DE SABER EN LA PRIMERA.. 551 tema, por más que la forma de la triplicidad, que Fichte toma de Kant, tenga una apariencia dialéctica. En consecuencia, la oposición de la conciencia común no se supera en un sistema especulativo, sino que continúa en un enfrentamiento sin totalidad. Desde este ángulo, el idealismo formal de Fichte es la otra cara del saber formal estricta mente empírico y como éste permanece en el nivel del entendimiento (cf. GuW, 394-7). Con esta interpretación del idealismo teórico de Fichte, puede afirmar Hegel que el saber puro y su contenido son una nada, en tanto que las formas lógicas del yo y la determinidad que proviene del contenido empírico sólo son verdaderas en su oposición. Esto coincide con la crítica de Jacobi, quien acusa a Fichte de nihilismo, en cuanto que disuelve todo contenido y realidad en representacio nes del yo (cf. Werke III, 20, 23). Pero más bien hay que decir que el idealismo de Fichte no es verdadero nihilismo, sino el nihi lismo de la reflexión, que comienza allí donde cesa toda finitud ab soluta y aislada. Por ello, la realidad opuesta a esta nada, «el algo de la reflexión», se reduce a una oposición absoluta y, por ende, a una finitud absoluta (GuW, 369). Es así como a partir de un principio incompleto no se llega a la exposición del todo, mediante una com- plementación indefinida, porque la totalidad, que es la idea especula tiva, se deja exponer en sus partes únicamente si cada parte se reco noce como determinada por el todo, y «el todo es lo primero para el conocimiento» (GuW, 393). Al haber absolutizado uno de los términos de la oposición, la infi nitud del pensar puro, el sistema de Fichte carece de la idea de la totalidad y, correlativamente, es incapaz de llegar al verdadero nihi lismo (cf. GuW, 399), es decir, es incapaz de concebir el nihilismo especulativamente, porque no ve que el pensamiento no es la infinitud pura, sino una nada que se contradice a sí misma. Esto es correlativo al hecho de quedarse en el pensar vacío como opuesto al objeto —el correlatum que no puede ser aniquilado— sin superar esta oposición. Para Hegel, la nada absoluta, la nada que se contradice a sí misma, significa que se aúnan los contradictorios, el pensamiento y su otro, en «la perfección de la verdadera nada» (GuW, 398), en la cual la infinitud no está opuesta a su vez a otra cosa, sino que contiene en sí toda oposición y contradicción y es así la nada para la reflexión. Este sería el sentido de que, junto a la afirmación del párrafo anterior, Hegel haga valer que «lo primero de la filosofía es conocer la nada absoluta» (ibid.). Esta nada es para Hegel el lado negativo de lo
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