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546 MARIA DEL CARMEN PAREDES MARTIN ya inmediatamente. Para Kant, la objetividad aparece como un campo de experiencia, que se domina mediante conceptos del entendimiento; para Jacobi, reviste la forma de un sentido, de una experiencia dada, que debe ser captada inmediatamente. En ambos, es el sujeto quien ha de dar configuración y sentido a la diversidad de una realidad em­ pírica, que se comprende como objeto o como resistencia (cf. GuW, 383, 3 7 5 )18. Por otra parte, Jacobi convierte la identidad absoluta, en cuanto mero opuesto de la subjetividad, en objeto propio de la fe. Así pues, además de servir de apoyo para la certeza de lo sensible, la fe tiene en Jacobi este otro aspecto de ser la relación de una finitud absoluta con el verdadero absoluto, en la cual la subjetividad se reconoce como finitud y como nada ante lo eterno, para seguir siendo en sí y fuera de lo absoluto (cf. GuW, 375). En esta segunda función de la fe se cumple la separación entre el objeto absoluto y el saber filosófico, en tanto no significa otra cosa que el abandono de la reflexión filo­ sófica impulsada por la razón a la tarea de aniquilar lo finito y superar la unilateralidad de la subjetividad. Pero tampoco por esta vía la sub­ jetividad finita queda liberada de la reflexión, pues en la fe se encuen­ tra presente la conciencia de la aniquilación de la reflexión y de la subjetividad que filosóficamente no ha podido ser realizada. Bajo este aspecto, se trata también de una fe reflexiva 19, que conserva la con­ ciencia de la oposición entre lo finito y lo infinito y se afirma como negación del conocimiento. En esta negación, el individuo toma con­ ciencia de su propia nada, esto es, de su aniquilación en términos de salvación y en tal sentido la relación aniquilación-salvación constituye al propio tiempo la justificación de la subjetividad como subjetividad finita. Esta subjetividad firmemente aferrada a sí misma carece de la conciencia de la objetividad conceptual de Kant, alreplegarse en una meditación eterna sobre sí misma y en la añoranza de lo infinito(cf. GuW, 375-383). También coinciden, por consiguiente, Kant y Jacobi en el ser-abso­ luto de la oposición entre finitud e infinitud, lo natural y lo sobre­ natural, el saber formal y lo suprasensible. Tanto el idealismo de lo infinito, o la infinitud formal de la identidad pura, como el realismo de lo finito, o la serie consecutiva de la infinitud empírica, excluyen lo que tenían que incluir para captar la verdad de lo absoluto en el 18. Cf. G. R a l f s , o . c ., 248. 19. No entro en el análisis de las acepciones de «fe» que Hegel maneja.

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