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542 MARIA DEL CARMEN PAREDES MARTIN da, sino música que oculta la sustitución del pensar racional por la expresión de la sensación, del bello sentimiento o del instinto. En este sentido es como la razón se ve afectada de subjetividad y se trans­ forma en propiedad particular del individuo. Ello viene a significar que la actividad filosófica, en lugar de constituir un bien común en razón de la comunicabilidad del «logos», queda inmersa en la inefa­ bilidad singular del yo filosofante. Por lo demás, este subjetivismo se traduce en una perpetua evocación del hombre en cuanto sensibilidad radical. A este respecto, puntualiza Hegel que la filosofía se ocupa de «la idea del hombre» ( GuW, 31), es decir, de su condición racional y concreta, únicamente desde la cual la individualidad se legitima en su conexión con una universalidad y deviene exponible en el discurso filosófico. Queda claro, pues, que «la idea del hombre» se contrapone al abstractum de la humanidad empírica, sumida en la finitud fija de ese estado de limitación que se llama naturaleza humana. Conviene tener en cuenta que Hegel considera a Jacobi como el representante de una corriente de pensamiento que se enfrenta a la actividad refle­ xiva en defensa de un modelo filosófico alternativo, basado en el saber inmediato. Por este motivo, la discusión no se dirige exclusivamente contra él, sino que alcanza a otros protagonistas del romanticismo tem­ prano, como Herder y Schleiermacher (cf. GuW, 362, 383, 385). Según se ha visto, Hegel no acepta el intento de neutralizar la especulación con la fe y el sentimiento, que siguen siendo subjetivos. Por lo que se refiere a la reflexión, Jacobi piensa que el entendimiento no puede acceder a lo verdadero y lo infinito, que es incondicionado e inmediato, porque sus esqumas de pensamiento lo conciben todo bajo la forma de lo condicionado y mediato. Pero su crítica viene a consistir en otro modo de interpretar lo racional según la reflexión y transformarlo en algo intelectivo (GuW, 367). Esto atañe tanto al aspecto positivo como al aspecto polémico de la filosofía de Jacobi. Lo positivo consiste para Hegel en la exigencia de vincular los prin­ cipios lógicos de identidad y de fundamento a la materia sensible. Pero Jacobi no capta el contenido lógico-racional del principio de fun­ damento, es decir, que «lo singular está determinado únicamente en el todo», que «tiene su realidad sólo en la identidad absoluta», la cual es «totalidad absoluta en cuanto que lo discernible es puesto en ella» (GuW, 348), sino que lo interpreta bajo un aspecto lógico-formal, como puro principio de contradicción. A esta unidad abstracta debe añadirse lo diferente, que es lo contingente y empírico. Por ende, hay que distinguir también una relación causal, explicitada en una

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