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540 MARIA DEL CARMEN PAREDES MARTIN fica, con el lenguaje del sentimiento, como angustia y odio hacia la negación de la finitud. Esta oposición de principio determina el sentido de la polémica de Jacobi contra Kant y la interpretación unilateral de los aspectos es­ peculativos del idealismo trascendental que ya se han analizado. Así, para Jacobi el carácter fenoménico de la experiencia sensible significa la renuncia a la pretensión del conocimiento de la verdad y su susti­ tución por una fe ciega carente de conocimiento (cf. GuW, 351, 366). Esto se explica, por una parte, en virtud de la absolutización de lo finito como en-sí, según se ha visto. Por otra parte, resulta significa­ tivo esta referencia a la fe cuando se desconoce el carácter absoluto de lo finito, precisamente porque Jacobi ve en la fe el órgano del conocimiento filosófico. La certeza inmediata de lo sensible, entendida como fe, es la base de la filosofía, mientras que el razonamiento o la «convicción fundamentada» sólo proporciona la certeza secundaria de toda demostración que se apoya en algo revelado (cf. Werke IV, p. 210). De este modo, Jacobi conecta con el empirismo al caracterizar como fe a la representación empírica inmediata de la objetividad común y, como Locke y Hume, sustituye la metafísica por un análisis de la experiencia sensible del individuo (cf. GuW, 348, 350, 376s). Como consecuencia, tenemos de nuevo la subjetividad del saber con la que se pone absolutamente lo finito en su forma real e ideal. El concepto de saber en Jacobi se basa, según esto, en que el hombre capta las cosas en cuanto hechos (Tatsachen) por medio del sentido y de la revelación sobrenatural de la visión, de la percepción y de la sensación. La cosa inmediatamente captada debe ser lo que ella en sí misma es, una síntesis empírica ya hecha, sobre la cual se lleva a cabo el análisis de la unidad que el objeto ofrece. En este sentido, Hegel entiende que Jacobi permanece más fírmente que Kant en el empirismo y que la fe y el sentimiento brotan de la certeza en la dimensión meramente fáctica de la experiencia. En este orden, la filosofía de Jacobi adolece de un dogmatismo absoluto y desemboca en las misma dificultades que están presentes en el escepticismo moderno. En primer lugar, porque rechaza la idea de la aprioridad sintética, estableciendo como a priori las relaciones de sucesión y causalidad entre las cosas finitas. Pero la sucesión desa­ parece con el no-ser-en-sí de lo finito y la causalidad no es otra cosa que la comprensión no-racional del principio de fundamento (cf. GuW, 355, 348 y Diff, 32s).

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