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EL HOMBRE Y LA HISTORIA DE EDUARDO NICOL 507 Aunque E. Nicol hable repetidamente en sus escritos de la histo­ ricidad, no es éste el único centro de sus preocupaciones filosóficas. Cuando uno comienza a leer sus obras, llama la atención las abun­ dantes referencias a la misma. Sin embargo, un examen más detenido de sus escritos muestra que sólo trata de un modo más sistemático de la antropología, y la historicidad, en Psicología de las Situaciones Vi­ tales y en las dos introducciones de La idea del hombre. Otros aspec­ tos complementarios se encuentran en los capítulos segundo (La his­ toria y la verdad) y cuarto (El principio de causalidad. II. La causa­ lidad histórica) de Los principios de la ciencia y en el capítulo IV (Teoría de la mundanidad) de La reforma de la filosofía. El resto de sus libros no aportan novedad alguna de relieve a su pensamiento antropológico. Son obras que vienen a reincidir en las mismas ideas, que tornan a comentar los mismos pasajes de los filósofos, que revis­ ten con un nuevo ropaje literario y expresivo conceptos desarrollados anteriormente. Quizá el ejemplo más claro a este propósito sea la últi­ ma obra publicada: La revolución de la filosofía. Crítica de la razón simbólica. Esta situación de la bibliografía de E. Nicol ha quedado reflejada en nuestro trabajo. Nos hemos ceñido al estudio de las obras realmen­ te fundamentales, aunque también ofrecemos referencias del resto de sus escritos. La antropología de E. Nicol, respecto de los problemas de la his­ toricidad, está inacabada. En la presentación de su obra La idea del hombre de 1946, en la que estudiaba al hombre en la cultura helénica, escribía: «En mi proyecto, un segundo volumen se iniciaría con la idea romana del hombre, pasaría del neo-platonismo a san Agustín, y comprendería el hombre medieval y el cambio del renacimiento; un tercero estaría dedicado a la evolución del hombre moderno desde Descartes hasta la crisis vital de la ciencia en nuestros días y el re­ planteamiento riguroso del problema de la temporalidad del ser» 272. Este proyecto no ha sido llevado a cabo. Fuera de la filosofía grie­ ga, sólo conservamos algunas indicaciones, relativamente extensas, para los demás períodos de la historia de la filosofía. La doctrina antropo­ lógica está delineada en sus rasgos maestros, pero, en detalles concre­ tos, carece de suficiente desarrollo. Como ejemplos de esta «deficien­ cia» podemos indicar varios puntos. Alude E. Nicol a la «morfología» de la historia, pero, fuera de la distinción entre temporalidad e histo- 272. IH 11.

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