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EL HOMBRE Y LA HISTORIA DE EDUARDO NICOL 505 filosófico tuvo lugar propiamente tras su exilio de España y su esta­ blecimiento en México, nación en la que han sido publicados todos sus libros, excepto El problema de la filosofía hispánica. También ha sido en México donde ha transcurrido su labor como docente, in­ vestigador, divulgador, etc., de la filosofía, salvo contados viajes al extranjero. Su producción filosófica más sistemática se halla en una docena de libros aparecidos entre los años 1941-1982, aunque, comparados entre sí, manifiestan una gran irregularidad, tanto por su contenido como por su extensión. Por poner un solo ejemplo, frente a Los prin­ cipios de la ciencia, una obra de 510 pp. y denso contenido, encontra­ mos La primera teoría de la praxis, de sólo 68 pp. e inferior calidad filosófica. Sus artículos, colaboraciones, etc., aparecidos igualmente en­ tre los años 40-80, han sido publicados en su mayoría en América y son, fundamentalmente, complemento de la doctrina contenida en los libros. Incluso algunos artículos fueron adelanto de lo que iba a ser luego un libro. Tal es el caso de Los principios de la ciencia o El por­ venir de la filosofía para los libros del mismo título, o El régimen de la verdad y la razón pragmática para la obra titulada La reforma de la filosofía. También han aparecido como artículos, extractos de algunos libros; otras veces, un mismo artículo ha aparecido en diversas revis* tas. Así lo hemos indicado en la bibliografía. E. Nicol, alejado prontamente de España, ha mantenido, sin em­ bargo, una permanente relación con el pensamiento español. En pri­ mer lugar con la «Escuela de Barcelona», a la que se siente profun­ damente vinculado, ya que se considera a sí mismo miembro de tal escuela y es uno de sus más decididos defensores. Su filosofía respon­ de, en su conjunto, a las dos características que él mismo señala como tradición propia de la «Escuela de Barcelona»: 1) Siempre que realiza análisis históricos, procede con exquisito respeto hacia todas las opiniones filosóficas, aunque no las comparta. Con ello mantiene lo que denomina la «comunidad de sentido», en la que tendrían acogida todas las opiniones, aun las más discrepantes. 2) Los últimos fundamentos de su filosofía, los metafísicos, son «evidencias primarias y comunes», y desde ellas se construye toda su filosofía, sin negar o corregir tales evidencias en ningún momento. Al igual que otros emigrados españoles a América en los años 1936-39, ha sido atraído, desde la lejanía, por algunos temas del pen­ samiento español como escritores del siglo XVI (Vives, Vitoria, Suá-

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