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EL HOMBRE Y LA HISTORIA DE EDUARDO NICOL 495 y azar). Propiamente, no hay definición de hombre, sino historia que queda reflejada en las distintas ideas históricas que el hombre ha creado de sí mismo. Todo el proceso tiene un principio fundamental: todo cambia menos la ley que rige el cambio. a) Diálogo con el historicismo De un modo parecido a como procedió en Psicología de las Situacio­ nes Vitales, E. Nicol engarza su reflexión con aquellas doctrinas filosó­ ficas que estaban vigentes en el momento de escribir su obra: el histo­ ricismo 235. Este irrumpió en un mundo filosófico, en el que «a la idea de que el hombre tiene una esencia definible, y por tanto universal, intemporal, y que permanece inalterable por debajo de los cambios históricos que sufren el ente humano individual y la huma­ nidad como género, a esta idea correspondía una pareja idea de la verdad como saber universal y necesario, igualmente desligado de las condiciones históricas en que pudiera ser logrado»236. La innovación doctrinal más fuerte que trajo el historicismo fue la conexión entre pensamiento y vida, que alteró ambos términos tal como se venían explicando hasta aquel momento. El hombre ya no tendría esencia, sino historia. El pensamiento sería el producto de una razón histórica, órgano del ente histórico. La vigencia de la verdad pasaría a ser, igualmente, histórica, expresión de una situación temporal con­ creta y sin proyección hacia el futuro. Esta situación arrastraría al hombre hacia el escepticismo y el rela­ tivismo subjetivista, porque la historia del pensamiento demuestra una clara tendencia del hombre a fundamentar su vida en la verdad. Y si ésta falla en cuanto fundamento necesario de la vida, estamos abocados a la crisis 237. La nueva noción del hombre, perturbadora, es que «el hombre es un ser temporal» 238. E. Nicol cree que en tal noción hay implicados tres problemas: el del ser, el del tiempo y el de la razón. Sobre los problemas del ser y del tiempo (ya que ambos están uni­ dos), la nueva noción no se basa en los supuestos metafísicos de la filo­ sofía que seguía las normas lógicas tradicionales. Pues éstas, al estable- 235. IH 16. 236. IH 21. 237. Cf. ih 17-20. 238. IH 22.

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