PS_NyG_1986v033n003p0411_0518

490 MANUEL GONZALEZ GARCIA El carácter es «nuestro poder de hacernos, nuestra capacidad de actuar cada uno con inciativa personal» 217. El hombre es forzosamente libre porque tiene que completar su ser insuficiente. Con el ejercicio de la libertad, la condición humana es, en realidad, obra humana11*. Finalmente, el azar: «Es lo contingente, lo aleatorio, lo in-determi- nado e indeterminable; pero la ineludible presencia del azar en la vida es una última forzosidad de ésta» 219. El azar es el tercer término que interfiere en nuestra situación vital. Necesidad y libertad (destino y carácter) parecen encontrarse en lados extremos, aunque relacionados entre sí. El azar participa de ambas dimensiones, pues «es forzosidad (en tanto que posibilidad necesaria, positiva o negativa); el cual es, por tanto, destino y a un tiempo ocasión o posibilidad imprevisible de libertad» 22°. El azar es límite forzoso de nuestra vida en cuanto que nuestra acción es truncada o desviada de manera imprevisible por algo que no está en nosotros. Estas últimas palabras muestran lo más propio de azar. Por­ que los límites que nos impone el destino pueden permanecer ocultos e ignorados para cada hombre. Pero siempre son límites inherentes al interior del propio hombre, condicionado y posibilitado por el destino. En el azar, la limitación es imprevisible siempre por su exterioridad respecto del sujeto de la acción. Si el destino es dialéctico (necesidad y posibilidad), en tanto en cuanto el azar participa del destino es también campo de acción para no puede perder su vigencia nunca, ya que, de otro modo, no sería necesidad. Libertad es la consecuencia de que el ser del hombre ha de hacerse por no estar completo. «Nece­ sidad y libertad no son dos contrarios que se excluyan el uno al otro» (PSV 137). 217. PSV 140. Cf. CRS 91-92. 218. En cuanto al origen de la idea de que el hombre es libre por necesidad, E. Nicol confiesa haberla recibido del Banquete de Platón (el hombre es un ser incompleto, «cuya carencia constitutiva es iustamente la promotora de la acción») y más próximamente de Hegel (Cf. HE 106-197). «La piedra y el árbol no han de luchar para ser. No tienen fuerza, porque son puro destino. El destino en el hombre es dialéctico porque es necesi­ dad y posibilidad a la vez. Esa lucha que es la acción, por la cual intentamos indefinida­ mente «vencer» nuestra propia limitación, o sea completarnos a nosotros mismos sin lograrlo nunca, es el ejercicio de una libertad potencial» (PSV 136). Por ello, la vida humana se encuentra dentro del ámbito de la no-indiferencia y las decisiones libres pueden ser auténticas experiencias ónticas (Cf. PSV 138 y en 139, nota 2). 219. PSV 140. Cf. CRS 92-93. En cuanto al modo concreto como se produce el azar, E. Nicol lo sitúa bien en «el cruce de dos líneas vitales, con el encuentro imprevisible de dos sujetos cuyos respectivos cursos vitales quedan alterados por el encuentro», bien en «el cruce de una "línea de acciones» humanas con una "línea de sucesos” no humanos» (PSV 140, nota 3). 220. PSV 140.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz