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484 MANUEL GONZALEZ GARCIA Pero la situación del sujeto humano se califica con la palabra «vital», que sugiere el dispositivo interno y que diferencia totalmente la situa­ ción del sujeto humano respecto de la que tengan las cosas. Porque, en cuanto vitales, las relaciones pasan a la categoría de cualitativas; son la riqueza que encierra toda experiencia psicológica. En este punto, E. Nicol se sirve de varias preposiciones para resaltar la dimensión activa, vital, de la situación: el sujeto existe o está en, entre, con, frente, etc. 19°. «Vital», aplicado a las situaciones humanas, significa que éstas son vividas por un sujeto de tal manera que: 1) En y por ellas se organiza la vida, no en sentido biológico, sino en cuanto vida humana, en cuanto peculiar y única 191. 2 ) En la situación vital «se integra lo vivido y se parte de lo vivido para determinarla» m. Con esta última indicación queda claro que la situación vital no es ni el dispositivo externo, ni la circunstancia, ni el medio ambiente. En ningún momento se trata de aislar y situar al sujeto frente a una exterioridad ajena. No existe tampoco la pura interioridad. Porque el sujeto, al vivir la situación vital, es afectado por un cambiante aquí y ahora, así como por la relación con las cosas y las personas. De aquí 190. PSV 93, 94, 104, 108, etc. 191. E. Nicol recuerda que el término «vital» ha tenido significaciones distintas a lo largo de la historia del pensamiento. Una definición generalísima es aquélla que aplica el término «vital» a ciertos fenómenos para distinguirlos de los físicos y químicos (nu­ trición, reproducción, unidad, inmanencia, etc.). Otros definen lo vital como un principio de unidad interna. También ha tenido el significado de una actividad que no nace de lo biológico: la vida artística, la vida científica... El naturalismo, como el pragmatismo, interpretan lo vital como lo biológico. El vitalismo corre lo vital hacia lo instintivo. Ideas afines al vitalismo se hallarían en el marxismo, Bergson, Blondel, Kierkegaard. También podrían incluirse en esta misma corriente Dilthey y Ortega. Hoy, más bien, tiende a usarse el término como referido a «la vida humana unitaria y total, compren­ diendo en su unidad fundamental lo corporal, lo anímico y lo espiritual» (PSV 101). En cuanto a la dependencia que la teoría de las situaciones vitales pueda tener res­ pecto de otras filosofías, E. Nicol es tajante: «Es indebido conectar esta psicología con ninguna doctrina o corriente de pensamiento vitalista. Quien así lo hiciese, denotaría no haber alcanzado a comprender su sentido... La psicología de las situaciones vitales no ha vinculado la suya a la de ninguna escuela filosófica... Si alguna conexión existe entre la base filosófica de la psicología de las situaciones y esta nueva filosofía que se llama existencial, ella debe buscarse por el lado del análisis de la temporalidad. Y esto, sin duda, no es cosa que pueda ser resuelta superficialmente. Sin embargo la conexión más directa, en relación con la psicología, podría encontrarse mejor por el lado del análisis bergsoniano de la experiencia temporal y espacial» (VH 188-189). 192. VH 188.

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