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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 477 te» 167. Y tal expectación es la defensa del hombre contra el límite que tiene el futuro: la muerte. 2) Indeterminación : a) Porque el futuro no es, «será»: «Y mi futuro no es sino lo que puedo llegar a ser o llegar a hacer. Es la pura posiblidad existencial del hombre. Esta posibilidad se constituye, claro está, en el presente. Como ser que existe actuando, el hombre tiende a seguir existiendo. De ahí la necesidad del futuro, es decir, la inclusión en el presente de una posibilidad futura que no es, en verdad, realidad ninguna (reali­ dad actual)» 168. b) Porque el futuro recibe las determinaciones que nacen de la previsión y del propósito. Es evidente que la acción del presente —por los fines y los mo­ tivos—, implica siempre un propósito. Pero, aun en el caso de faltar el propósito, hay una previsión fundamental basada en el principio de la regularidad de la naturaleza 169. Otra previsión nace de la memoria, sin la cual no es posible que el presente se temporalice hacia el futuro. Si bien no es necesaria la presencia de todo el pasado; hay una actualización del acuerdo: «Pero no hay que entender por pasado sólo lo que fuimos. Nuestro pasado se compone de lo que fuimos; de lo que podíamos ser y no fuimos; y de lo que sabemos que no pudimos ser. Y en el presente se articula con estos componentes del pasado nuestra opinión sobre cada uno de ellos, y sobre la opinión que los demás forman de ellos y que se nos alcanza a conocer. De ahí formamos la idea, proyectada hacia el futuro, de lo que no podemos ser; de lo que no sabemos si podremos llegar a ser; de lo que queremos ser» 170. Aun reconociendo la importancia de las dimensiones de la tempora­ lidad que son el futuro y el pasado, la vida humana se sostiene, desa­ rrolla y es en el presente. Frente a la metáfora del «camino de la vi- 167. PSV 76. 168. PSV 77. 169. «Examinando las cosas por su lado más fundamental, podríamos decir que nues­ tra anticipación se funda por lo menos en la previsión de que va a subsistir el orden general del mundo y la regular sucesión de los acontecimientos, como hasta el momento presente. Y no importa que esta convicción derive del conocimiento de las leyes de la naturaleza, o que todo el mundo la adquiera por hábito» (PSV 78). Aunque, también hay que señalar que esta capacidad de previsión general se turba más o menos profunda­ mente ante lo nuevo o los cataclismos. 170. PSV 79.

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